¿Es verdad que ya no será ilegal tener sexo en la via publica? Parte 1
¿Es verdad que ya no será ilegal tener sexo en la via publica? Parte 1
Era un día cómo cualquier otro, sin cambios en mi rutina, pero un día abrumador debido a las obligaciones del día a día. Los estudios, el trabajo, esas típicas cosas que siempre llenan la mente de incertidumbre mientras aún estoy tratando de descubrir que quiero. Tal vez al ser una chica que vive sola y estar lejos de mi familia o amigos haga que ese sentimiento sea aún mayor.
Finalmente, luego de mucho meditarlo, pude mudarme, llegué a una ciudad nueva, un departamento lleno de cosas que no me pertecenen, y aún, a pesar de tener ya un tiempo acá, muchas de mis cosas aún están en las cajas de mudanza que me traje. Aún no termino de apoderarme de este espacio en su totalidad.
Todos los días, a eso de las 4 de la tarde, salgo con mis pantalones deportivos, solo por capricho, estoy muy orgullosa de mi figura, tengo una cintura esbelta, un trasero redondo, cómo un enorme durazno, y unas piernas desarrolladas, no muy grandes, pero, al usar estos pantalones, se me marcan los cuádriceps si así lo quiero. Casi tendría la apariencia de un reloj de arena ya que también tengo unos senos voluminosos, ni muy grandes, ni muy pequeños, los considero del tamaño perfecto, gracias al ejercicio, están bien paraditos.
A pesar de mi aparente inseguridad, sé que soy muy atractiva, y sinceramente, me encanta dar rienda suelta a mi imaginación y dejarme llevar por mis deseos más intensos. Tampoco es cómo que sienta la necesidad de amar a un hombre o estar en una relación para poder tener intimidad, de hecho, solo lo veo cómo un deseo, una necesidad personal y casi animal que debo satisfacer y ya. En parte, esa es una de las razones por las que decidí finalmente tener un espacio para mí sola.
la historia erótica fue aquel día salí, decidida, a caminar un rato para despejar mi mente, inicié mi recorrido un poco más temprano de lo normal para desocuparme más temprano. Me desperté ese día sin sobresaltos, me alisté luego salí, el sol apenas comenzaba a calentar, pero a pesar de eso, había mucha gente, algo normal en las grandes ciudades cómo esta, pero debido a eso, no me podía concentrar en mis pensamientos cómo quería, había muchas distracciones y estímulos. Decidí irme por otro camino, más solitario, más tranquilo.
El nuevo camino estaba más despejado, a excepción de un señor que pasó apresurado, la calle estaba sola. Me permití disfrutar de las ráfagas de viento que había, la humedad del día apenas comenzaba a sentirse, disfrutaba del canto de los pajaritos, pero en eso, escuché unas voces...
Fue repentino, sentí miedo casi de manera instintiva porque no sabía de dónde venían, pero, soy más curiosa que precavida ,así que sin dudarlo, quise saber de dónde venían.
Seguí las voces, atravesé unos arbustos, y allí lo vi, una carpa improvisada con una fogata a medio arder que calentaba una cacerola de aluminio, y a poca distancia estaban un hombre y una mujer follando al aire libre. No pude dejar de mirar, no eran indigentes, sus ropas lo evidenciaban. Él tenía un cuerpo atlético, cabello rubio, ella por su parte tenía un cabello castaño liso muy bien cuidado, y aunque estaba completamente desnuda, se veía limpia e higiénica. Estaba depilada, sin vello púbico y las piernas afeitadas, toda su piel era hermosa, daba la impresión de ser de porcelana.
Estaba de rodillas haciéndole un oral al chico, de pronto sentí un calor intenso en mi vagina, no podía contener el placer que sentía, y aunque contenía sus gemidos, se le escapaban, y la manera en que su rostro expresaba lo que sentía, era, sinceramente, provocativo, delicioso. Él ocasionalmente la tomaba de la cabeza, hacía que se tragara su pene hasta el fondo, haciendo que se escucharan sus jadeos, y el placer que le daba que la dominara.
En ese instante, de la carpa salió otro hombre, un moreno alto, con los abdominales marcados, estaba en boxers, le dió una colcha a la chica para que no se lastimara las rodillas y siguió cómo si nada, sin interrumpirlos, todo un caballero.
Se acercó al fuego y comenzó a colar café, lo sirvió, y con un gesto les preguntó si querían, la pareja le dijo que no, sin dejar de follar, cómo si aquello fuera lo más normal del mundo. Ninguno parecía avergonzado, todos estaban cómodos y disfrutaban de lo que ocurría. Pero en mi caso, era completamente diferente me pregunte a mi misma a caso ¿es verdad que ya no será ilegal tener sexo en la vía publica?...... fin de la primera parte...........
¿Es verdad que ya no será ilegal tener sexo en la vía publica? Parte 2
No era que me sintiera incómoda, para nada, disfrutaba mirarlos en acción pues en mis dias libres me la pasaba en internet viendo videos porno por morbo, pero esto era algo, diferente, pero no sabía explicar que era. El otro hombre, un moreno fornido y despreocupado, se srivió una taza de café mientras revisaba su celular. La pareja seguía en lo suyo sin que la presencia del hombre perturbara su placer. La mujer aún de rodillas continuaba chupando el enorme miembro al chico, lamiendo, y dándole tanto placer cómo podía. Mientras los observaba ya empieza a sentir el calor del deseo en mi cuerpo.
Desde donde estaba yo podía ver claramente, deseando ser yo esa chica. En ese momento el moreno se terminó su taza de café, y sin esperar más, se unió a ellos formando un trío perfecto. Tres personas, sin inhibiciones dejándose llevar por el momento, tocándose, frotándose, ni ningún pudor o conflicto.
El moreno se quitó el bóxer y dejó ver su enorme miembro ya completamente erecto, grueso, venoso y erecto. La mujer sin dudarlo lo tomó, se lo metió en la boca y empezó a chuparlo también mientras que con una mano masturbaba al otro chico. En mi mente solo pensé si aun no me habían visto, quería con todas mis fuerzas irme para dejar de observar ese cuadro sexual tan perfecto.
Era casi imposible no imaginarme en su lugar. El moreno tomó la iniciativa y se volteó para poder tomarla de las piernas, abrirlas y con su lengua darlo un placer similar al que ella le estaba dando. Sus manos morenas resaltaban sobre la piel porcelana de la chica, y aunque no tenía un buen ángulo para verlo, me podía imaginar sin problemas su lengua saboreando su vagina sin contenerse.
La mujer se dejaba llevar por el placer, el otro chico también lo disfrutaba, y yo con la boca abierta no podía dejar de ver, el placer se estaba apoderando de mi cuerpo, mi vagina húmeda me pedía que me uniera a ellos, que me tocara, que hiciera algo. Me invitaba a pecar sin que me importara nada, me decía, sé valiente.
El chico moreno la tomó, y puso a la chica sobre su enorme miembro, esta entró fácilmente, estaba toda húmeda, llena de lujuria. Era un espectáculo visual único, el moreno se movía lentamente, cómo si estuviera bailando, mientras la chica tomaba el miembro del otro chico y lo chupaba, quería darle todo el placer posible. Pero el chico también quería su parte, aprovechó la posición, hizo que la chica viera directamente al moreno mientras la penetraba y ahora él la tomó por el culo y la penetró.
Tuve que taparme para no gritar de la emoción, la excitación era tal y la escena tan intensa, que disfrutaba ver que harían después. Ella lo disfrutaba pero se notaba que le costaba aguantar a dos hombres dentro de ella. Sus gemidos contenidos cada vez escapaban con mayor fuerza, hasta que llegó el clímax. El catiré se corrió dentro de su culo, me pareció tan divina la escena que sentí ganas de ir a lamerle el culo y probar la leche del chico.
La mujer quedó tumbada sobre el moreno, el catire se limpió, se puso los boxers, el short, se arregló, y tomó ahora sí un poco de café. En ese instante miró el entorno y pudo verme, yo me escondí inmediatamente, pero él me sonrió, se acercó. Cuándo lo escuché dí un pasó atrás con miedo y algo de vergüenza, pero ya había llegado, estiró su mano, me agarró y se presentó de lo más normal.
Hola, un placer, soy JuanEra surreal el momento, pero casi en automático me presenté y le dije mi nombre ofreciéndole mi mano.
El chico sonrió de vuelta y me llevó donde los otros chicos. Me presentó con ellos, sus nombres eran Clara y Pedro. Y allí, casi de la nada y sin ninguna vergüenza me dijeron que iban a ese lugar todos los martes a esa hora, y que si le había gustado lo que había visto, podía unirme a ellos.
Pedró notó lo impactada que me sentía y bromeó para ayudar a calmarme diciendo que llevara pan tostado, que va muy bien con el café. Aún aturdida por lo que vi, por la interacción no sabía qué decir, pero las palabras salieron de mi boca casi sin darme cuenta.
Sí, definitivamente, vendré el próximo martes. Lo esperaré con ansias volver a repetir aquella experiencia erótica gratis.

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