Termino dominando sexualmente a una vecina madura casada
Mi nombre es Maricarmen pero desde siempre y para distinguirme de mi madre todos me dicen Mari, 21 años, pelo castaño, ojos verdes, menuda , delgada, con un pecho no exagerado pero de pezones muy sensibles y un culo firme y bien puesto – sin pinta de zorrón, antes al contrario, de aspecto dulce, que oculta la diablesa que llevo dentro…- aunque tengo pareja estable – un pagafantas más que un novio, soso y simple, a quien le pongo los cuernos eventualmente con quien cuadra y on-line con un maduro vicioso con un buen pollón, muchísimo morbo y sobrada experiencia que me tiene cachonda como una estufa…- como iba diciendo aunque tengo novio soy una chica caliente y bisexual: estoy en la universidad, vivo en el sur de España, y a continuación voy a relataros cómo hace unos días doblegué a mi nueva putita, una vecina, madura, casada y madre de familia.
Vivo con mi madre separada – a la que por cierto también le gusta mucho el sexo, pero eso es otra historia- en una urbanización de chalets en las afueras de una ciudad de la que, como dijo Cervantes en su inmortal Quijote, “de cuyo nombre no quiero acordarme…” y que fue el regalo de despedida de mi padre antes de hartarse de llevar cuernos y perdernos de vista largándose a otra ciudad con la excusa de un ascenso laboral… aunque nada nos falta tampoco somos ricas: el dinero que mamá me da para mis gastos y caprichos – me gusta mucho comprar ropa y complementos, me horroriza el botellón y prefiero los locales elegantes y exclusivos- no llegan a cubrirlos en su totalidad, y por ello ocasionalmente he ejercido de canguro para familiares, conocidos y algunos vecinos… Conocía a Marta y a su marido ``de vista´´, pues viven en la misma calle de nuestra urbanización, y he de decir que a primera vista son una pareja típica: en torno a la cuarentena, con dos hijos, de clase media y aspecto y modales cuidados. A ella – cuarenta y ocho años, pelo castaño y rizado cortado en media melena, ojos marrones, en torno al 1.70 de alto, piel morena de solárium, con un buen pecho que apenas insinúa por su forma de vestir, un culo que llama la atención en mallas y unos labios sabrosos que hacen en pensar en comérselos o en cómo debe practicar el sexo oral-, piernas torneadas, caderas amplias… Me gustó desde que la vi por primera vez al mudarse aquí hace más o menos un año– son madrileños, pero vinieron a mi ciudad con motivo de un ascenso laboral de su marido-, y desde entonces la he visto de vez en cuando en el supermercado, la peluquería o el bar de la urbanización. Es una mujer guapa, elegante, que trasluce clase y dinero de forma casi que automática – ropa de marca, coche de lujo…- En todo caso su cuerpo siempre lo oculta vistiendo de forma elegante pero clásica, sin jugar a seducir con su armario pese a tener motivos para ello. En cuanto a su cara, es de gesto serio, y cuando la he visto con su marido – éste frisando la cincuentena, un poco más bajo que ella, pero ya canoso y ralo, barriga cervecera- siempre la he visto como relegada a un segundo plano, situándose uno o dos pasos por detrás de su marido y atenta a sus palabras e indicaciones en todo momento. Y es que él, alto directivo de una multinacional, es un hombre acostumbrado a mandar, y que se ve transmite su autoritarismo a su vida privada.
Y ya sin más empiezo a relatar cómo empezó todo.
Un viernes del pasado mes de julio me encontraba en casa preparándome para salir de juerga con mi pandilla cuando llamaron a la puerta, y al abrir mi madre la puerta apareció mi vecina en el umbral. Un tanto azorada nos comentó que esa noche tenía una cena con su esposo, un compromiso laboral ineludible, que la canguro que usaba habitualmente le había fallado a última hora, y que como sabía por una vecina que yo ejercía como tal venía a preguntar si estaba disponible, ya que su hija no estaba en casa y su hijo era aún pequeño para quedarse sólo… mi primer instinto fue rechazar la oferta, pero cuando me ofreció 200 euros y me dijo que no llegarían más allá de la una o dos de la madrugada me dije que bueno, que era mucho dinero para mí y que cuando volvieran aún podría reunirme con mi novio y mis amigos. Además, como he dicho, ella me gustaba… al cabo de quince minutos estaba en su casa, donde tras darme las instrucciones respecto a su hijo Simón – de ocho años- respecto a cena y horario de acostarlo, y enterarme de que su hija Carla – de dieciséis- dormiría en casa de una amiga esa noche, me dejaron sola y salieron. Tras dar la cena al chaval, jugar un rato con él, dejarle ver un poco la tele y acostarlo, me disponía a comenzar a whatsapear cuando el ordenador portátil del salón emitió un sonoro “pip” que me advirtió de que estaba encendido… como soy muy curiosa decidí echar un vistazo, y descubrí que había recibido un mensaje de una conocida web de ligoteo on-line. Un simple vistazo al fondo de pantalla, las carpetas o el historial de búsquedas de Google me bastó para comprobar que era el ordenador de Marta, que trabaja desde casa como traductora de novelas, y que es ordenada y meticulosa. Sin poder resistirme copié en la memoria usb que llevo siempre en el bolso por temas académicos los archivos de fotos para poder verlos con detalle más adelante, su lista de contactos – nombres, teléfonos y direcciones de correo electrónico- del Outlook, y luego vagué por el disco duro a la busca que algo que llamara mi atención… finalmente me encontré con una carpeta encriptada y oculta en otra de nombre tan disuasorio para cualquier marido como “recetas de cocina”. Copié también la carpeta a mi usb, borré el historial de búsqueda y cualquier huella digital de mi fisgoneo en su ordenador, y luego esperé a que regresaran, ansiosa como estaba por ver qué había descubierto… Estaba tan impaciente que avisé por whastsapp a mi novio de que al final no saldría esa noche, que estaba cansada, y cuando Marta y su marido – se llama Pedro, por cierto- regresaron me despedí apresuradamente y corrí a casa para encerrarme en mi dormitorio y empezar a trabajar en lo que había copiado:
Las fotos eran las típicas familiares, de cumpleaños, viajes, etcétera… pero una de ellas me sirvió para una primera paja a la salud de mi vecina, mientras en la pantalla de mi pc la veía a ella con su adorable hija adolescente en bikini en la piscina de un hotel. La foto era del verano anterior, y era notorio el contrate entre el voluminoso pecho maduro de la madre y el más pequeño y juvenil de la hija, a la que además se le marcaban los pezones en la tela…. Imaginándome que me la follaba sin piedad introduje mi mano bajo mi pijama y sentada como estaba me toqué hasta correrme…
Pero el premio gordo no fueron las fotos sino la carpeta encriptada que había escondida en la de “recetas de cocina”: contra lo que me temía no me costó apenas nada descubrir la clave de acceso – qué manía tienen los padres de poner los nombres y fecha de nacimiento de sus hijos, o de su boda, como clave, cuando esas las tienen a la vista grabadas en los marcos de plata de las estanterías, ji ji.- El contenido de la carpeta resultó ser oro puro para mí: un historial completamente ordenado por fechas y temáticas de acceso a webs eróticas, páginas de chats, etcétera, que me mostró por su contenido que mi vecina era una mujer emocional y sexualmente insatisfecha por su marido, de naturaleza sumisa y reprimida en cuanto a su bisexualidad, y si sabías encender su fuego más caliente que un volcán en erupción… además de direcciones de páginas webs, claves de acceso a las mismas y conversaciones grabadas de chats tenía una nueva carpeta de fotos completamente distinta a la que había visto la noche anterior. En ellas se podía ver a Marta – siempre ocultando su rostro- parcial y completamente desnuda, jugando con su cuerpo en diversas estancias de su casa… por lo general había sido bastante cuidadosa en escoger los planos y editar las fotos, pero imagino que en momento de máxima calentura o de distracción, o porque imaginaba que esas fotos nunca verían la luz, en un par de ellas se llegaban a distinguir los muebles de su salón y su foto de boda colocada en la repisa del mismo mientras ella, totalmente desnuda y abierta de piernas, se masturbaba metiéndose un bote de desodorante en el coño frente al espejo del recibidor… ya eres mía, pensé, y tras masturbarme otra vez furiosamente – tuve hasta tres orgasmos casi consecutivos esa noche- me quedé al fin dormida, rendida de placer…
A la mañana siguiente, ya con más calma, y tras meditar los pros y los contras, los riesgos y las ventajas, comencé a ejecutar mi estrategia de sometimiento de mi vecina: lo primero que hice fue cubrir mi rastro, y para ello compré por mediación de un mendigo de los que piden en la puerta de los supermercados una tarjeta SIM prepago en una tienda de telefonía, un viejo smartphone de los de batería extraíble en una tienda de artículos de segunda mano, y luego copié al mismo los contactos, fotos y documentos comprometedores de mi caliente vecina, Tras dejar pasar varias semanas para que no fuese demasiado evidente mi relación con lo que iba a suceder le envié un WhatsApp un viernes por la noche, cuando yo estaba de fiesta por ahí con mis amigas y a ella la suponía en casa viendo la tele con su familia
Buenas noches, “casada reprimida”…
Al cabo de un momento me llegó la respuesta apresurada
Se ha equivocado usted de número
Imaginarla sofocada, nerviosa al reconocerse interpelada por el Nick con el que se conectaba en diferentes webs y chats eróticos, con su esposo al lado, me empezó a calentar la libido, y sin darle tiempo para que apagase el móvil o me bloquease le repliqué…
No Marta, no me he equivocado, putita… y vete al baño para que tu marido no vea lo que te voy a enviar
Déjeme un paz, no sé quién es usted ni quien cree que soy yo, pero como deje de molestarme se arrepentirá
Ok, no vayas al baño, pero a ver cómo le explicas al cornudo la foto que le va a llegar a él a su teléfono particular, que es el 67…35
De acuerdo, deme un minuto, contestó apresuradamente mi madura vecina
Dejé pasar casi cinco – para que fuera aumentando su ansiedad- y al cabo de ese tiempo le adjunté una foto en la que ella, totalmente desnuda sobre la alfombra del recibidor y abierta de piernas frente al espejo del mismo, se frotaba los labios del coño con la zurda mientras con la diestra se fotografiaba con el móvil ocultando el rostro con él-. La cara estaba completamente oculta, pero reflejada en el cristal se apreciaban el zapatero de la entrada, coronado con una foto, y un reloj de vidrio que su marido no tendría problema en reconocer. Adjunta a la foto le añadí el siguiente texto
Ves Marta, no sólo eres una casada reprimida, sino también una perra caliente…
¿Quién es usted, cómo ha conseguido esa foto, mi número de teléfono y qué quiere? Le advierto que el robo de información confidencial es delito, y si no me deja en paz se meterá usted en un lio muy gordo…
Yo le repliqué de forma inmediata
Capitulo 2
No me amenaces, que ambos sabemos que no estás en disposición de hacerlo: no sabes quién soy, ni cómo he conseguido la foto ni toda la demás información que tengo sobre ti, y desde luego que en caso de hacerla pública quien se meterá en un lío muy gordo eres tú… acabaría con tu reputación, tu matrimonio… tu vida, en una palabra. Ahora quiero que vuelvas con tu marido y mañana por la mañana recibirás instrucciones
Y apagando el teléfono y extrayéndole la batería para evitar que me geo localizaran volví a la fiesta con mis amigas y relamiéndome de gusto tanto con la vista de los boys y las go-gós de la discoteca como con la perspectiva de lo que al día siguiente haría con mi nueva esclava…
A la mañana siguiente temprano les dije a mis padres que iría al gym con mis amigas para disponer de tiempo suficiente: me vestí, cogí la bolsa de deporte y salí de casa rumbo al piso de mi abuelo – el pobrecito, viudo, falleció hace unos meses y está deshabitado mientras se arreglan los papeles de la herencia para poder venderlo- y de camino le envié un mensaje
Buenos días Marta, en 30 minutos te espero en la parada del bus de … ven con ese vestido verde de flores que te regaló tu marido por tu cumpleaños, sandalias de cuña y cazadora vaquera. Dile a tu marido que irás de compras al centro comercial con tus amigas y que estarás fuera toda la mañana. Y sin excusas ni retrasos: si no estás allí él, tus compañeros de trabajo, tus vecinos y los padres del colegio de tu hijo recibirán la foto que te adjunté ayer y mucho más….
El doble check azul me hizo ver que de forma casi instintiva que había leído el mensaje. Ni por un momento dudé de que acudiría a la cita. Ella se jugaba su matrimonio, su reputación, su status… no tenía elección, y ambas lo sabíamos, pero para no darle opción a contestarme, llamarme o intentar liarme de cualquier manera, además de por la premura de tiempo, apagué mi teléfono y procedí a colocar en el salón una cámara espía de grabación, camuflada en un reloj y que en alguna ocasión he usado para grabar a mis amigas en las fiestas de pijamas de mi casa-. Recogí me melena en una coleta, revisé mi atuendo – vestido de tenista negro, de falda corta y buen escote, sin ropa interior debajo-y sonreí satisfecha ante el espejo: tenía un look juvenil y sexy que sin duda me ayudaría a seducir a mi madurita, e hice un recuento de los juguetes sexuales que me había atraído para la ocasión en la bolsa de deporte: un collar usado del pastor alemán de nuestra casa, un juego de bridas, un strap-on doble de dimensiones considerables y un plug anal. Desde la ventana podía controlar la parada del bus, distante unos cien metros, y al cabo de un rato la vi llegar puntual a la misma, y detenerse en ella mirando inquieta a su alrededor. Como no vi ningún atisbo de terceras personas ni nada raro aparte de su evidente inquietud volví a encender el teléfono y le dije
Muy bien, me gusta que seas puntual y obediente, ahora cruza la calle y camina acera abajo sin colgar el teléfono
Obedeció sin vacilar, aunque con paso inseguro dado su evidente nerviosismo, y cuando alcanzó la altura del portal del edificio pulsé el intercomunicador y le dije a través del mismo
Adelante ,sube al 8ºE y entra sin llamar, la puerta estará entornada… obedece
Se demoró unos minutos – supongo que en el descansillo tuvo un último atisbo de duda acerca de lo que iba a hacer- pero al cabo de un momento oí el rumor del ascensor en el rellano, el taconeo de sus sandalias y la puerta de la calle cerrándose. Al oírla me dirigí a ella en estos términos
Adelante, te espero en el salón
Envalentonada o sorprendida por oír una voz femenina, más bien juvenil y sin duda conocida Marta apuró el paso y cruzó el umbral del salón para descubrirme a mí recostada en el sofá, sola y sonriente
Pero tú…. comenzó en cuanto se disipó su sorpresa inicial
Yo mudé mi sonrisa de bienvenida en otra más fría e impersonal y alzando levemente una mano le corté
Lo primero, no hables si no te lo digo, y lo segundo, vacía tu bolso y tus bolsillos sobre la mesita auxiliar que está a tu derecha
Que te crees tú que voy a obedecerte, niñata, me replicó. Ahora mismo voy a llamar a tus padres y…
¿Y qué? Le respondí inquisitiva, ¿Qué les vas a decir? ¿con qué pruebas? Si no obedeces desde ahora y sin rechistar enviaré esto a tu lista de contactos…
Y activando el dvd pasé a reproducir en el televisor un vídeo donde - aunque ocultaba su rostro con una máscara veneciana- se distinguía el cabecero de su cama sobre la que la muy puta se masturbaba bien abierta de piernas, los pezones enhiestos y gimiendo en voz alta mientras se frotaba el coño. Aprovechando su desconcierto me levanté, le puse en las manos un hoja impresa con la lista de contactos que obraba en mi poder – familiares, amigos, compañeros de trabajo, círculo de madres del colegio… en fin, toda su vida- y mientras le cogía el bolso, y dándole la vuelta lo vaciaba sobre la mesa y apagaba su teléfono le remaché
Si lo hago seguro que tu marido te pedirá el divorcio, perderás la custodia de tus hijos por golfa, el trabajo, tu familia y amigos te darán la espalda, los unos avergonzados y los otros para reírse de ti… ¿de verdad quieres eso? No lo creo, así que sea la última vez que me amenazas, incluso que me contestas, sin que yo te autorice, ¿entendido?
Ssi siii… contestó cabizbaja mientras comenzaba a sollozar
Aflojando un poco la presa le levanté la cara, le sonreí amistosamente y le dije
Pero haz lo que te diga y verás lo bien que lo pasamos las dos…
Y sentándome de nuevo, cruzando provocadoramente mis piernas como Sharon Stone en Instinto básico y sonriendo con lascivia le dije
Ahora Marta, quiero que te desnudes para mí
Mientras lloraba y mirando al suelo ella hizo un último intento de negociación…
¿Qué es lo que quieres? ¿dinero? No puedo sacar demasiado del banco sin que mi marido se entere, pero algo podré reunir. ¿Cuánto….?
Sin dudar pero sin más violencia de la necesaria, sólo para remarcarle quien mandaba y quien obedecía, me levanté rauda y le crucé la cara con una sonora bofetada mientras le decía
¿No te he dicho que no hables sin mi permiso? No me interesa tu dinero, sólo que me obedezcas, quiero follarte y hacerte gozar del sexo como seguro que nunca has disfrutado, aquí y ahora. ¿Y tú, que estás dispuesta a hacer para que este escándalo no salga a la luz? Desnúdate ya, sin rechistar, y mirándome a los ojos mientras lo haces, guarra, o me voy. Y entonces ya sabes qué ocurrirá….
Y repantigándome en el sofá me dispuse a disfrutar del espectáculo: Mi vecina, tras unos instantes para asimilar la situación, y sorbiéndose las lágrimas y el orgullo comenzó a obedecerme: primero desabotonó su blusa, que dejó a la vista un sujetador de encaje negro tras deslizarse hasta el suelo. Le siguió la falda, que dio paso a un culotte a juego con el sostén. Ahí se quedó parada un instante, hasta que le increpé
¿Estás tonta, o peor, me tomas por tonta? He dicho que te desnudes, puta. O sea que fuera la ropa interior, YA
Aunque las lágrimas no desaparecían de su rostro y se estremeció perceptiblemente al oírse interpelar así Marta procedió a obedecerme de inmediato. El sostén dejó paso a unas tetas más que apetecibles para no ser operadas y pertenecer a una cuarentona: grandes sin ser exageradas, ligeramente caídas por los años pero aún firmes, con aureolas grandes y rosadas y pezones que sobresalían de las mismas delatando la excitación inconsciente de su dueña al sentirse sometida. Respecto a su coño, lucía recortado el pelo, castaño oscuro y rizado… Prometiéndome a mí misma que se lo haría depilar para futuras ocasiones me abrí de piernas, levanté la faldita de mi vestido, y comencé a sobarme el clítoris ante ella, que no pudo evitar mirarme fijamente con la boca entreabierta y los ojos casi saliéndole de las órbitas… viéndola cachonda a su pesar, y relamiéndome de gusto ante lo que estaba por venir, tras enseñarle mis rosados y brillantes labios vaginales le ordené
Perra, la vista al frente, las manos en jarras, abre más las piernas y mírate en el espejo, toda a mi disposición
Marta, sonrojada como la alumna cogida en falta por su profesora, obedeció sin demora. Yo me levanté y situándome tras ella con mis pezones rozando su espalda a través de la fina tela de mi vestido y susurrándole a la oreja le dije
Me excita mucho someter y follarme a una madura casada que podría ser mi madre, y aunque lo niegues sé que a ti también hacerlo con una jovencita que podría ser tu hija…
Ella, aún a vueltas con sus lloros y lamentos, gimoteó entre pucheros
Por favor, no… yo….
Pero yo hice caso omiso de sus quejas y lamentos, y tras sopesar durante un rato sus tetas con ambas manos recreándome en su peso, en su volumen y en sus enhiestos pezones procedí a lamer suavemente con la punta de mi lengua desde la clavícula hasta el lóbulo de su oreja, mientras la miraba en el espejo tragarse las lágrimas primero y cerrar los ojos, ahogar un gemido y erizársele la piel de puro morbo después, mientras la sobeteaba el coño y le decía
A partir de ahora ya no serás la señora de… la vecina elegante y respetable de la urbanización sino mi perra, mi juguete, mi esclava sexual, cuando y como yo quiera zorra…
Agachándome un momento hasta mi bolsa de deportes cogí el collar de Ras, mi pastor alemán – de cuero negro, con tachuelas- de mi bolsa de deporte y procedí a enganchárselo en torno al cuello bien prieto, con la argolla hacia atrás. A continuación, rozando con la diestra la comisura de sus labios faciales con mis dedos empapados de flujo y los de su coño con la zurda le ordené
Abre los ojos, mírate gozar y dime, ¿alguna vez has tenido una experiencia lésbica o de dominación, guarra?
No… musitó al cabo de un instante, con voz ya sofocada a medias por la excitación y la vergüenza
Le cogí suavemente las manos, se las coloqué en la nuca y procedí a inmovilizarla atándole las muñecas con las bridas al collar. Acto seguido comencé a besarla suavemente la espalda, y mirándola por encima de los hombros reflejada en el espejo le susurré
Pero has estado a punto o has fantaseado con ello, ¿verdad? Y no me mientas, que he leído tus chats de internet y visto las páginas web que visitas…
Marta parpadeó rápidamente, sus mejillas se ruborizaron y su voz bajó aún más el tono al contestar
Bueno, alguna vez, pero era sólo por curiosidad, yo nunca….
Yo me situé frente a ella, me quité el vestido dejándomelo deslizar por las caderas hasta el suelo y quedando totalmente desnuda la dejé mirarme durante un buen rato –mis tetas juveniles, más pequeñas que las suyas pero firmes y de pezones duros como piedras y mi coño depilado llamaron su atención aumentando el rubor de su rostro -. Acto seguido procedí a besarla suavemente en los labios – tras unos instantes de lucha, en los que los apretaba, pronto se rindió y empezó a entreabrirlos primero y a devolverme los besos después- y al cabo de un minuto la muy puta ya me comía la boca con avidez. Separándome de ella y recreándome en mi nueva esclava deslicé mi mano hacia su coño - la madre casada cuarentona, fiel y decente estaba empapada siendo sometida por una adolescente bisex dominatrix y viciosa - y mientras comenzaba a masturbarla lentamente le dije
Nunca te habías atrevido pero te gusta, ¿eh putita? Y no solo porque el pichafloja de tu marido te tenga mal follada, sino porque en el fondo eres una perra caliente que le gusta experimentar con el sexo, ¿o me equivoco?
Y antes de que pudiera decir nada procedí a introducirle un dedo, donde se deslizó con suma facilidad. Marta, cada vez más nerviosa y excitada, ahogó un gemido y con voz temblorosa contestó
Yo…. ufffff….
Separándome ligeramente de ella, y mientras empezaba a follarla lentamente con la diestra, cogí sus pezones alternativamente con mi mano izquierda. Mientras se los apretaba lenta pero firmemente mi nueva perra gemía entre dolorida y excitada, mirándome con los ojos como platos y la boca entreabierta. Notando su excitación y su respiración acelerarse por momentos decidí subir una marcha más y mientras le metía un segundo dedo le dije
Mira a la ama de casa tradicional y hetero excitarse como una perra con una chica de la edad de su hija… a partir de ahora serás mi putita, mi esclava, mi perra casada. Estarás a mi servicio y harás todo lo que yo te diga, si no quieres que todo el mundo sepa lo cerda v viciosa que eres, ¿entendido?
Marta, cada vez más cerca del orgasmo, gimió
Siiii…
Poniendo mis manos sobre sus hombros la hice arrodillarse ante mí, y situándome ante ella bien abierta de piernas le ordené
Ahora quiero que me comas el coño, tu primer coño, y hazlo bien esclava….
Ella – que no sabía que todo lo ocurrido estaba siendo grabado por la cámara oculta- acercó su cara a mi coño y lenta y torpemente comenzó a buscar mi clítoris con su lengua: todo lo que le faltaba de destreza le sobraba de morbo, pero la postura no era la idónea, así que al cabo de un rato la aparté de mí, la ayudé a levantarse y tumbándola en el sofá boca arriba y con el coño y el culo en el extremo del cojín le ordené
Ahora te voy a dar tu primera lección de sexo lésbico: como hacer un cunnilingus
Cierto es que estaba atada e indefensa, pero no lo es menos que en cuanto me arrodillé ante ella abrió sus piernas cuanto pudo ofreciéndose a mí… Marta no tardó en llegar al borde del orgasmo y a pedir más entre bufidos de gusto
Si joder si… no pares, sigue… diossssss que bueno…
Pero yo, que tenía un plan en mente desde el principio, me detuve cuando estaba justo al borde del orgasmo, y me retiré a contemplarla toda sudorosa, abierta de piernas, con las tetas brillantes y la cara rubicunda… ya era mía la muy puta, podría haberla desatado y borrado las fotos y demás información de su disco duro que me hubiese pedido que continuase comiéndole el coño, así es que sabiendo que toda la escena estaba siendo grabada por la cámara oculta la interpelé
¿sigo, putita casada?
Si, no pares ahora, bufó Marta
¿Quieres correrte, cerda? Pídemelo bien
Por favor, haz correr a tu guarra, claudicó
¿Y tu marido? Inquirí
Que le den por culo al cornudo, gruñó fuera de sí por las ganas de orgasmar que tenía
¿serás mi perra, mi esclava, y harás todo lo que te pida de aquí en adelante? Volví a preguntarle mientras me tocaba lascivamente frente a ella
Síiiii, lo que quieras, pero no pares….
Y oyéndola capitular así procedí a coger de mi bolsa de deporte un bote de gel lubricante, untarme con él generosamente mi mano y antebrazo derechos y acercarme a ella - que me miraba entre excitada y asustada- para decirle
Ahora voy a follarte hasta que revientes de gusto: vas a correrte más a gusto de lo que nunca lo hayas hecho, le dije mientras comenzaba a pasar mis dedos por sus labios vaginales y hurgando entre ellos en busca de su clítoris…
Marta comenzó a mover sus caderas buscando rozarse con mi mano, y ya sin resto de pudor alguno contestó
Fóllame, Mari, me muero de ganas… pero ten cuidado por favor, nunca he hecho fisting…
Yo la agarré del pelo hacia mí, la besé ferozmente, mordiéndole el labio y le repliqué
-A partir de ahora eres mía… harás todo lo que te diga, cuando te lo diga, y sin rechistar. Y además te dirigirás a mí como ama, ¿entendido? Le ordené mientras comenzaba a meterle la mano en el coño situando mis dedos en forma de flecha…
Pero yo no soy…. Se atrevió a contestar tímidamente
Soltándole una nueva bofetada la hice callar y le repliqué
¿Tú no eres qué? ¿lesbiana? Todas las mujeres somos lesbianas, y algunas bisexuales, aunque muchas no lo queráis reconocer o lo reprimáis. Así es que no me mientas ni trates de engañarte a ti misma. Y sino dime por qué estás así de excitada, puerca… ¿que no eres sumisa? ¿entonces cómo te explicas que tu coño esté tan mojado mientras atada y abierta de piernas te abofetea tu joven vecina y le suplicas que te folle…?
Y lentamente, recreándome en su cara mezcla de dolor placer y vicio introduje mi mano primero y mi antebrazo después hasta el codo dentro de su coño - con relativa facilidad ya que tenía el coño bastante dilatado tras sus sesiones masturbatorias con diversos objetos fálicos- mientras que procedía a succionarle y mordisquearle alternativamente el clítoris con mi boca. Cachonda y sometida del todo Marta comenzó a boquear camino del orgasmo pero yo, que aún no quería que se corriera, le saqué el brazo de su coño – sonó hueco, como si descorchase una botella de champán-, puse mi mano ante su cara y le ordené
Ahora vas a abrir la boca y vas a chupármela como si de una polla se tratara para probar tus jugos, ¿entendido esclava? Porque eso es lo que eres, mi esclava, el juguete sexual de una zorrita de la edad de tu hija que te está follando a su antojo y poniendo más caliente de lo que nunca has estado
La digna casada no se hizo de rogar, y procedió lamer con ansia mientras yo le sobaba el coño y soltaba manotazos en las tetas con la mano izquierda para excitarla aún más y le decía
Mírala tú. Entró toda altiva en la habitación y ahora no es más que mi mascota, mi perrita, y bien que lo estás gozando, ¿eh puta? contesta
Marta no pudo aguantar más, y mientras se corría ruidosamente gritó a voz en cuello
Sííííí….. diosssss, que gustoooooo…… aggggghhhhhhh…..
La muy cerda se corrió como si tuviese una fuente en el coño, salpicándome toda y convulsionando como si sufriese un ataque epiléptico… La dejé recuperarse lentamente, corté las bridas que sujetaban sus muñecas al collar- debía estar incómoda y entumecida por la postura- y mientras se deslizaba del sofá al suelo volví a mi bolsa de deportes y cogí un consolador de ventosa con vibrador incorporado de tamaño XXL, y que reproducía fielmente una polla en sus formas – venas, glande…-a la vez que cogía mi teléfono. Cuando vi que recuperaba un poco la respiración – tampoco quería que se le bajara la calentura o se pusiera a pensar demasiado- fui yo la que se sentó en el sofá, las piernas abiertas, erguida y apoyada en los brazos para tener una buena vista a mis pies y le ordené
Ahora vas a arrodillarte ante mí, metiéndote el consolador en el coño, abrir la boca y lamerme el clítoris, ¿entendido guarra?
Sin rechistar - porque aunque aún no se lo confesase ni a si misma yo sabía que la muy puta estaba disfrutando tanto o más que yo del sexo lésbico- pero no sin dificultad – porque el tremendo orgasmo la había dejado baldada- la cuarentona madre de familia pasó sus piernas sobre el consolador, y lentamente se dejó caer sobre él, empalándose hasta el fondo con un sordo gemido… Tras conectarle el vibrador – ahí bufó de gusto, la muy golfa- Marta se inclinó hacia adelante – la visión de sus tetas colgando aún me estremece de placer y lleva mi mano inevitablemente hacia mi chichi cada vez que visualizo ese momento-, metió su cara entre mis muslos y comenzó a lamerme de nuevo con cierta torpeza pero con creciente pasión. Yo, al ver perderse al cabo de unos instantes una de sus manos camino a su clítoris comencé a grabarla con mi smartphone y le dije
Mira tú a la casada hetero… primero dice que no le gustan las mujeres y luego se masturba el coño mientras cabalga un dildo y le chupa el coño de rodillas a una adolescente…. Pero aplícate a hacerme correr con tu boca, porque tú no te podrás correr de nuevo hasta que me hayas provocado un orgasmo, puta. Y lámeme también el culo, le dije situándome aún más al borde del colchón y enfocándola en un primer plano
Marta se sobresaltó al levantar la vista hacia mí y ver que la estaba grabando, pero cachonda perdida como estaba no dejó de moverse adelante y atrás para disfrutar del consolador que la empalaba ni de frotarse furiosamente el coño con la zurda. Ni tan siquiera vaciló en comenzar a comerme el culo, tímidamente al principio – supongo que con miedo por la novedad de la situación y respecto a la higiene del mismo- pero luego con entusiasmo creciente…. Excitada sobremanera de verla a mis pies, toda desnuda y sometida le dije
Muy bien puerca, me gustan las perritas obedientes. Ahora méteme dos dedos de tu mano derecha en el coño y fóllame con ellos mientras no dejas de masturbarte, guarra, y dime qué eres….
Mi vecina, completamente sometida y fuera de sí por la calentura que tenía, respondió sin vacilar
Soy tu juguete Alicia, tu perra casada y sumisa…
Al oírla claudicar así no pude más, y tirando el móvil, agarrándola por el pelo con ambas manos y apretando su cabeza ente mis muslos me corrí en su cara y en su boca mientras aullaba mi placer a voz en cuello – debieron oírme en los pisos aledaños, pero no me importó en absoluto - y mojaba la boca, la cara y el pelo a mi nueva esclava. Me dejé caer de rodillas frente a ella y besándola lascivamente para compartir mi sabor, a la vez que le pellizcaba un pezón le di una fuerte cachetada en el culo – luego comprobé que mis dedos quedaron marcados en su nalga- le ordené
Ahora guarra, córrete para tu ama….
Y obedeciéndome como una buena sumisa Marta se corrió nada más oírme, gruñendo como una cerda y arqueando su espalda hacia atrás presa del placer… finalmente cayó rendida en la alfombra, en estado catatónico, semiinconsciente, adormilada… Tras dejarla descansar unos minutos cogí de mi bolsa un plug anal – metálico y coronado con una imitación de rubí en su parte exterior- y lo metí en su bolso, la hice volver en sí arrojándole un vaso de agua en la cara y cuando poco a poco comenzó a parpadear y a recordar lo que había pasado yo le ordené
Apura perra, vístete y corre a casa, que tienes que prepararle la comida a tu marido y a tu hijo… pero de camino guarda el collar del cuello en el bolso, vete a la ducha nada más entres por la puerta y no se te ocurra besarlos, que tu boca tiene el sabor de mi coño y tienes toda la pinta de una guarra recién follada…. Ya hablaremos
Y sin dejarle decir nada, ayudándola a vestirse como pudo – sus bragas me las quedé yo, como trofeo de guerra- la metí en el ascensor y mientras abría las ventanas para airear la casa comencé a meditar mi siguiente paso con mi nueva esclava y sobre cómo lograr follarme también a su hija…
continuará…. Comentarios en viciosa.sin.medida@gmail.com
Mi vecina casada sometida…
Aunque soy lectora asidua de esta página es la primera vez que me atrevo a escribir nada, así que disculpen los errores y espero disfruten con mi relato… Mi nombre es Maricarmen pero desde pequeñita y para distinguirme de mi madre todos me dicen Mari, 19 años, pelo castaño, ojos verdes, menuda , delgada, con un pecho no exagerado pero de pezones muy sensibles y un culo firme y bien puesto – sin pinta de zorrón, antes al contrario, de aspecto dulce, que oculta la diablesa que llevo dentro…- aunque tengo pareja estable – un pagafantas más que un novio, soso y simple, a quien le pongo los cuernos eventualmente con quien cuadra y on-line con un maduro vicioso con un buen pollón, muchísimo morbo y sobrada experiencia que me tiene cachonda como una estufa…- como iba diciendo aunque tengo novio soy una chica caliente y bisexual: estoy en la universidad, vivo en el sur de España, y a continuación voy a relataros cómo hace unos días doblegué a mi nueva putita, una vecina, madura, casada y madre de familia.
Vivo con mi madre separada – a la que por cierto también le gusta mucho el sexo, pero eso es otra historia- en una urbanización de chalets en las afueras de una ciudad de la que, como dijo Cervantes en su inmortal Quijote, “de cuyo nombre no quiero acordarme…” y que fue el regalo de despedida de mi padre antes de hartarse de llevar cuernos y perdernos de vista largándose a otra ciudad con la excusa de un ascenso laboral… aunque nada nos falta tampoco somos ricas: el dinero que mamá me da para mis gastos y caprichos – me gusta mucho comprar ropa y complementos, me horroriza el botellón y prefiero los locales elegantes y exclusivos- no llegan a cubrirlos en su totalidad, y por ello ocasionalmente he ejercido de canguro para familiares, conocidos y algunos vecinos… Conocía a Marta y a su marido ``de vista´´, pues viven en la misma calle de nuestra urbanización, y he de decir que a primera vista son una pareja típica: en torno a la cuarentena, con dos hijos, de clase media y aspecto y modales cuidados. A ella – cuarenta y ocho años, pelo castaño y rizado cortado en media melena, ojos marrones, en torno al 1.70 de alto, piel morena de solárium, con un buen pecho que apenas insinúa por su forma de vestir, un culo que llama la atención en mallas y unos labios sabrosos que hacen en pensar en comérselos o en cómo debe practicar el sexo oral-, piernas torneadas, caderas amplias… Me gustó desde que la vi por primera vez al mudarse aquí hace más o menos un año– son madrileños, pero vinieron a mi ciudad con motivo de un ascenso laboral de su marido-, y desde entonces la he visto de vez en cuando en el supermercado, la peluquería o el bar de la urbanización. Es una mujer guapa, elegante, que trasluce clase y dinero de forma casi que automática – ropa de marca, coche de lujo…- En todo caso su cuerpo siempre lo oculta vistiendo de forma elegante pero clásica, sin jugar a seducir con su armario pese a tener motivos para ello. En cuanto a su cara, es de gesto serio, y cuando la he visto con su marido – éste frisando la cincuentena, un poco más bajo que ella, pero ya canoso y ralo, barriga cervecera- siempre la he visto como relegada a un segundo plano, situándose uno o dos pasos por detrás de su marido y atenta a sus palabras e indicaciones en todo momento. Y es que él, alto directivo de una multinacional, es un hombre acostumbrado a mandar, y que se ve transmite su autoritarismo a su vida privada.
Y ya sin más empiezo a relatar cómo empezó todo.
Un viernes del pasado mes de julio me encontraba en casa preparándome para salir de juerga con mi pandilla cuando llamaron a la puerta, y al abrir mi madre la puerta apareció mi vecina en el umbral. Un tanto azorada nos comentó que esa noche tenía una cena con su esposo, un compromiso laboral ineludible, que la canguro que usaba habitualmente le había fallado a última hora, y que como sabía por una vecina que yo ejercía como tal venía a preguntar si estaba disponible, ya que su hija no estaba en casa y su hijo era aún pequeño para quedarse sólo… mi primer instinto fue rechazar la oferta, pero cuando me ofreció 200 euros y me dijo que no llegarían más allá de la una o dos de la madrugada me dije que bueno, que era mucho dinero para mí y que cuando volvieran aún podría reunirme con mi novio y mis amigos. Además, como he dicho, ella me gustaba… al cabo de quince minutos estaba en su casa, donde tras darme las instrucciones respecto a su hijo Simón – de ocho años- respecto a cena y horario de acostarlo, y enterarme de que su hija Carla – de dieciséis- dormiría en casa de una amiga esa noche, me dejaron sola y salieron. Tras dar la cena al chaval, jugar un rato con él, dejarle ver un poco la tele y acostarlo, me disponía a comenzar a whatsapear cuando el ordenador portátil del salón emitió un sonoro “pip” que me advirtió de que estaba encendido… como soy muy curiosa decidí echar un vistazo, y descubrí que había recibido un mensaje de una conocida web de ligoteo on-line. Un simple vistazo al fondo de pantalla, las carpetas o el historial de búsquedas de Google me bastó para comprobar que era el ordenador de Marta, que trabaja desde casa como traductora de novelas, y que es ordenada y meticulosa. Sin poder resistirme copié en la memoria usb que llevo siempre en el bolso por temas académicos los archivos de fotos para poder verlos con detalle más adelante, su lista de contactos – nombres, teléfonos y direcciones de correo electrónico- del Outlook, y luego vagué por el disco duro a la busca que algo que llamara mi atención… finalmente me encontré con una carpeta encriptada y oculta en otra de nombre tan disuasorio para cualquier marido como “recetas de cocina”. Copié también la carpeta a mi usb, borré el historial de búsqueda y cualquier huella digital de mi fisgoneo en su ordenador, y luego esperé a que regresaran, ansiosa como estaba por ver qué había descubierto… Estaba tan impaciente que avisé por whastsapp a mi novio de que al final no saldría esa noche, que estaba cansada, y cuando Marta y su marido – se llama Pedro, por cierto- regresaron me despedí apresuradamente y corrí a casa para encerrarme en mi dormitorio y empezar a trabajar en lo que había copiado:
Las fotos eran las típicas familiares, de cumpleaños, viajes, etcétera… pero una de ellas me sirvió para una primera paja a la salud de mi vecina, mientras en la pantalla de mi pc la veía a ella con su adorable hija adolescente en bikini en la piscina de un hotel. La foto era del verano anterior, y era notorio el contrate entre el voluminoso pecho maduro de la madre y el más pequeño y juvenil de la hija, a la que además se le marcaban los pezones en la tela…. Imaginándome que me la follaba sin piedad introduje mi mano bajo mi pijama y sentada como estaba me toqué hasta correrme…
Pero el premio gordo no fueron las fotos sino la carpeta encriptada que había escondida en la de “recetas de cocina”: contra lo que me temía no me costó apenas nada descubrir la clave de acceso – qué manía tienen los padres de poner los nombres y fecha de nacimiento de sus hijos, o de su boda, como clave, cuando esas las tienen a la vista grabadas en los marcos de plata de las estanterías, ji ji.- El contenido de la carpeta resultó ser oro puro para mí: un historial completamente ordenado por fechas y temáticas de acceso a webs eróticas, páginas de chats, etcétera, que me mostró por su contenido que mi vecina era una mujer emocional y sexualmente insatisfecha por su marido, de naturaleza sumisa y reprimida en cuanto a su bisexualidad, y si sabías encender su fuego más caliente que un volcán en erupción… además de direcciones de páginas webs, claves de acceso a las mismas y conversaciones grabadas de chats tenía una nueva carpeta de fotos completamente distinta a la que había visto la noche anterior. En ellas se podía ver a Marta – siempre ocultando su rostro- parcial y completamente desnuda, jugando con su cuerpo en diversas estancias de su casa… por lo general había sido bastante cuidadosa en escoger los planos y editar las fotos, pero imagino que en momento de máxima calentura o de distracción, o porque imaginaba que esas fotos nunca verían la luz, en un par de ellas se llegaban a distinguir los muebles de su salón y su foto de boda colocada en la repisa del mismo mientras ella, totalmente desnuda y abierta de piernas, se masturbaba metiéndose un bote de desodorante en el coño frente al espejo del recibidor… ya eres mía, pensé, y tras masturbarme otra vez furiosamente – tuve hasta tres orgasmos casi consecutivos esa noche- me quedé al fin dormida, rendida de placer…
A la mañana siguiente, ya con más calma, y tras meditar los pros y los contras, los riesgos y las ventajas, comencé a ejecutar mi estrategia de sometimiento de mi vecina: lo primero que hice fue cubrir mi rastro, y para ello compré por mediación de un mendigo de los que piden en la puerta de los supermercados una tarjeta SIM prepago en una tienda de telefonía, un viejo smartphone de los de batería extraíble en una tienda de artículos de segunda mano, y luego copié al mismo los contactos, fotos y documentos comprometedores de mi caliente vecina, Tras dejar pasar varias semanas para que no fuese demasiado evidente mi relación con lo que iba a suceder le envié un WhatsApp un viernes por la noche, cuando yo estaba de fiesta por ahí con mis amigas y a ella la suponía en casa viendo la tele con su familia
Buenas noches, “casada reprimida”…
Al cabo de un momento me llegó la respuesta apresurada
Se ha equivocado usted de número
Imaginarla sofocada, nerviosa al reconocerse interpelada por el Nick con el que se conectaba en diferentes webs y chats eróticos, con su esposo al lado, me empezó a calentar la libido, y sin darle tiempo para que apagase el móvil o me bloquease le repliqué…
No Marta, no me he equivocado, putita… y vete al baño para que tu marido no vea lo que te voy a enviar
Déjeme un paz, no sé quién es usted ni quien cree que soy yo, pero como deje de molestarme se arrepentirá
Ok, no vayas al baño, pero a ver cómo le explicas al cornudo la foto que le va a llegar a él a su teléfono particular, que es el 67…35
De acuerdo, deme un minuto, contestó apresuradamente mi madura vecina
Dejé pasar casi cinco – para que fuera aumentando su ansiedad- y al cabo de ese tiempo le adjunté una foto en la que ella, totalmente desnuda sobre la alfombra del recibidor y abierta de piernas frente al espejo del mismo, se frotaba los labios del coño con la zurda mientras con la diestra se fotografiaba con el móvil ocultando el rostro con él-. La cara estaba completamente oculta, pero reflejada en el cristal se apreciaban el zapatero de la entrada, coronado con una foto, y un reloj de vidrio que su marido no tendría problema en reconocer. Adjunta a la foto le añadí el siguiente texto
Ves Marta, no sólo eres una casada reprimida, sino también una perra caliente…
¿Quién es usted, cómo ha conseguido esa foto, mi número de teléfono y qué quiere? Le advierto que el robo de información confidencial es delito, y si no me deja en paz se meterá usted en un lio muy gordo…
Yo le repliqué de forma inmediata
No me amenaces, que ambos sabemos que no estás en disposición de hacerlo: no sabes quién soy, ni cómo he conseguido la foto ni toda la demás información que tengo sobre ti, y desde luego que en caso de hacerla pública quien se meterá en un lío muy gordo eres tú… acabaría con tu reputación, tu matrimonio… tu vida, en una palabra. Ahora quiero que vuelvas con tu marido y mañana por la mañana recibirás instrucciones
Y apagando el teléfono y extrayéndole la batería para evitar que me geo localizaran volví a la fiesta con mis amigas y relamiéndome de gusto tanto con la vista de los boys y las go-gós de la discoteca como con la perspectiva de lo que al día siguiente haría con mi nueva esclava…
A la mañana siguiente temprano les dije a mis padres que iría al gym con mis amigas para disponer de tiempo suficiente: me vestí, cogí la bolsa de deporte y salí de casa rumbo al piso de mi abuelo – el pobrecito, viudo, falleció hace unos meses y está deshabitado mientras se arreglan los papeles de la herencia para poder venderlo- y de camino le envié un mensaje
Buenos días Marta, en 30 minutos te espero en la parada del bus de … ven con ese vestido verde de flores que te regaló tu marido por tu cumpleaños, sandalias de cuña y cazadora vaquera. Dile a tu marido que irás de compras al centro comercial con tus amigas y que estarás fuera toda la mañana. Y sin excusas ni retrasos: si no estás allí él, tus compañeros de trabajo, tus vecinos y los padres del colegio de tu hijo recibirán la foto que te adjunté ayer y mucho más….
El doble check azul me hizo ver que de forma casi instintiva que había leído el mensaje. Ni por un momento dudé de que acudiría a la cita. Ella se jugaba su matrimonio, su reputación, su status… no tenía elección, y ambas lo sabíamos, pero para no darle opción a contestarme, llamarme o intentar liarme de cualquier manera, además de por la premura de tiempo, apagué mi teléfono y procedí a colocar en el salón una cámara espía de grabación, camuflada en un reloj y que en alguna ocasión he usado para grabar a mis amigas en las fiestas de pijamas de mi casa-. Recogí me melena en una coleta, revisé mi atuendo – vestido de tenista negro, de falda corta y buen escote, sin ropa interior debajo-y sonreí satisfecha ante el espejo: tenía un look juvenil y sexy que sin duda me ayudaría a seducir a mi madurita, e hice un recuento de los juguetes sexuales que me había atraído para la ocasión en la bolsa de deporte: un collar usado del pastor alemán de nuestra casa, un juego de bridas, un strap-on doble de dimensiones considerables y un plug anal. Desde la ventana podía controlar la parada del bus, distante unos cien metros, y al cabo de un rato la vi llegar puntual a la misma, y detenerse en ella mirando inquieta a su alrededor. Como no vi ningún atisbo de terceras personas ni nada raro aparte de su evidente inquietud volví a encender el teléfono y le dije
Muy bien, me gusta que seas puntual y obediente, ahora cruza la calle y camina acera abajo sin colgar el teléfono
Obedeció sin vacilar, aunque con paso inseguro dado su evidente nerviosismo, y cuando alcanzó la altura del portal del edificio pulsé el intercomunicador y le dije a través del mismo
Adelante ,sube al 8ºE y entra sin llamar, la puerta estará entornada… obedece
Se demoró unos minutos – supongo que en el descansillo tuvo un último atisbo de duda acerca de lo que iba a hacer- pero al cabo de un momento oí el rumor del ascensor en el rellano, el taconeo de sus sandalias y la puerta de la calle cerrándose. Al oírla me dirigí a ella en estos términos
Adelante, te espero en el salón
Envalentonada o sorprendida por oír una voz femenina, más bien juvenil y sin duda conocida Marta apuró el paso y cruzó el umbral del salón para descubrirme a mí recostada en el sofá, sola y sonriente
Pero tú…. comenzó en cuanto se disipó su sorpresa inicial
Yo mudé mi sonrisa de bienvenida en otra más fría e impersonal y alzando levemente una mano le corté
Lo primero, no hables si no te lo digo, y lo segundo, vacía tu bolso y tus bolsillos sobre la mesita auxiliar que está a tu derecha
Que te crees tú que voy a obedecerte, niñata, me replicó. Ahora mismo voy a llamar a tus padres y…
¿Y qué? Le respondí inquisitiva, ¿Qué les vas a decir? ¿con qué pruebas? Si no obedeces desde ahora y sin rechistar enviaré esto a tu lista de contactos…
Y activando el dvd pasé a reproducir en el televisor un vídeo donde - aunque ocultaba su rostro con una máscara veneciana- se distinguía el cabecero de su cama sobre la que la muy puta se masturbaba bien abierta de piernas, los pezones enhiestos y gimiendo en voz alta mientras se frotaba el coño. Aprovechando su desconcierto me levanté, le puse en las manos un hoja impresa con la lista de contactos que obraba en mi poder – familiares, amigos, compañeros de trabajo, círculo de madres del colegio… en fin, toda su vida- y mientras le cogía el bolso, y dándole la vuelta lo vaciaba sobre la mesa y apagaba su teléfono le remaché
Si lo hago seguro que tu marido te pedirá el divorcio, perderás la custodia de tus hijos por golfa, el trabajo, tu familia y amigos te darán la espalda, los unos avergonzados y los otros para reírse de ti… ¿de verdad quieres eso? No lo creo, así que sea la última vez que me amenazas, incluso que me contestas, sin que yo te autorice, ¿entendido?
Ssi siii… contestó cabizbaja mientras comenzaba a sollozar
Aflojando un poco la presa le levanté la cara, le sonreí amistosamente y le dije
Pero haz lo que te diga y verás lo bien que lo pasamos las dos…
Y sentándome de nuevo, cruzando provocadoramente mis piernas como Sharon Stone en Instinto básico y sonriendo con lascivia le dije
Ahora Marta, quiero que te desnudes para mí
Mientras lloraba y mirando al suelo ella hizo un último intento de negociación…
¿Qué es lo que quieres? ¿dinero? No puedo sacar demasiado del banco sin que mi marido se entere, pero algo podré reunir. ¿Cuánto….?
Sin dudar pero sin más violencia de la necesaria, sólo para remarcarle quien mandaba y quien obedecía, me levanté rauda y le crucé la cara con una sonora bofetada mientras le decía
¿No te he dicho que no hables sin mi permiso? No me interesa tu dinero, sólo que me obedezcas, quiero follarte y hacerte gozar del sexo como seguro que nunca has disfrutado, aquí y ahora. ¿Y tú, que estás dispuesta a hacer para que este escándalo no salga a la luz? Desnúdate ya, sin rechistar, y mirándome a los ojos mientras lo haces, guarra, o me voy. Y entonces ya sabes qué ocurrirá….
Y repantigándome en el sofá me dispuse a disfrutar del espectáculo: Mi vecina, tras unos instantes para asimilar la situación, y sorbiéndose las lágrimas y el orgullo comenzó a obedecerme: primero desabotonó su blusa, que dejó a la vista un sujetador de encaje negro tras deslizarse hasta el suelo. Le siguió la falda, que dio paso a un culotte a juego con el sostén. Ahí se quedó parada un instante, hasta que le increpé
¿Estás tonta, o peor, me tomas por tonta? He dicho que te desnudes, puta. O sea que fuera la ropa interior, YA
Aunque las lágrimas no desaparecían de su rostro y se estremeció perceptiblemente al oírse interpelar así Marta procedió a obedecerme de inmediato. El sostén dejó paso a unas tetas más que apetecibles para no ser operadas y pertenecer a una cuarentona: grandes sin ser exageradas, ligeramente caídas por los años pero aún firmes, con aureolas grandes y rosadas y pezones que sobresalían de las mismas delatando la excitación inconsciente de su dueña al sentirse sometida. Respecto a su coño, lucía recortado el pelo, castaño oscuro y rizado… Prometiéndome a mí misma que se lo haría depilar para futuras ocasiones me abrí de piernas, levanté la faldita de mi vestido, y comencé a sobarme el clítoris ante ella, que no pudo evitar mirarme fijamente con la boca entreabierta y los ojos casi saliéndole de las órbitas… viéndola cachonda a su pesar, y relamiéndome de gusto ante lo que estaba por venir, tras enseñarle mis rosados y brillantes labios vaginales le ordené
Perra, la vista al frente, las manos en jarras, abre más las piernas y mírate en el espejo, toda a mi disposición
Marta, sonrojada como la alumna cogida en falta por su profesora, obedeció sin demora. Yo me levanté y situándome tras ella con mis pezones rozando su espalda a través de la fina tela de mi vestido y susurrándole a la oreja le dije
Me excita mucho someter y follarme a una madura casada que podría ser mi madre, y aunque lo niegues sé que a ti también hacerlo con una jovencita que podría ser tu hija…
Ella, aún a vueltas con sus lloros y lamentos, gimoteó entre pucheros
Por favor, no… yo….
Pero yo hice caso omiso de sus quejas y lamentos, y tras sopesar durante un rato sus tetas con ambas manos recreándome en su peso, en su volumen y en sus enhiestos pezones procedí a lamer suavemente con la punta de mi lengua desde la clavícula hasta el lóbulo de su oreja, mientras la miraba en el espejo tragarse las lágrimas primero y cerrar los ojos, ahogar un gemido y erizársele la piel de puro morbo después, mientras la sobeteaba el coño y le decía
A partir de ahora ya no serás la señora de… la vecina elegante y respetable de la urbanización sino mi perra, mi juguete, mi esclava sexual, cuando y como yo quiera zorra…
Agachándome un momento hasta mi bolsa de deportes cogí el collar de Ras, mi pastor alemán – de cuero negro, con tachuelas- de mi bolsa de deporte y procedí a enganchárselo en torno al cuello bien prieto, con la argolla hacia atrás. A continuación, rozando con la diestra la comisura de sus labios faciales con mis dedos empapados de flujo y los de su coño con la zurda le ordené
Abre los ojos, mírate gozar y dime, ¿alguna vez has tenido una experiencia lésbica o de dominación, guarra?
No… musitó al cabo de un instante, con voz ya sofocada a medias por la excitación y la vergüenza
Le cogí suavemente las manos, se las coloqué en la nuca y procedí a inmovilizarla atándole las muñecas con las bridas al collar. Acto seguido comencé a besarla suavemente la espalda, y mirándola por encima de los hombros reflejada en el espejo le susurré
Pero has estado a punto o has fantaseado con ello, ¿verdad? Y no me mientas, que he leído tus chats de internet y visto las páginas web que visitas…
Marta parpadeó rápidamente, sus mejillas se ruborizaron y su voz bajó aún más el tono al contestar
Bueno, alguna vez, pero era sólo por curiosidad, yo nunca….
Yo me situé frente a ella, me quité el vestido dejándomelo deslizar por las caderas hasta el suelo y quedando totalmente desnuda la dejé mirarme durante un buen rato –mis tetas juveniles, más pequeñas que las suyas pero firmes y de pezones duros como piedras y mi coño depilado llamaron su atención aumentando el rubor de su rostro -. Acto seguido procedí a besarla suavemente en los labios – tras unos instantes de lucha, en los que los apretaba, pronto se rindió y empezó a entreabrirlos primero y a devolverme los besos después- y al cabo de un minuto la muy puta ya me comía la boca con avidez. Separándome de ella y recreándome en mi nueva esclava deslicé mi mano hacia su coño - la madre casada cuarentona, fiel y decente estaba empapada siendo sometida por una adolescente bisex dominatrix y viciosa - y mientras comenzaba a masturbarla lentamente le dije
Nunca te habías atrevido pero te gusta, ¿eh putita? Y no solo porque el pichafloja de tu marido te tenga mal follada, sino porque en el fondo eres una perra caliente que le gusta experimentar con el sexo, ¿o me equivoco?
Y antes de que pudiera decir nada procedí a introducirle un dedo, donde se deslizó con suma facilidad. Marta, cada vez más nerviosa y excitada, ahogó un gemido y con voz temblorosa contestó
Yo…. ufffff….
Separándome ligeramente de ella, y mientras empezaba a follarla lentamente con la diestra, cogí sus pezones alternativamente con mi mano izquierda. Mientras se los apretaba lenta pero firmemente mi nueva perra gemía entre dolorida y excitada, mirándome con los ojos como platos y la boca entreabierta. Notando su excitación y su respiración acelerarse por momentos decidí subir una marcha más y mientras le metía un segundo dedo le dije
Mira a la ama de casa tradicional y hetero excitarse como una perra con una chica de la edad de su hija… a partir de ahora serás mi putita, mi esclava, mi perra casada. Estarás a mi servicio y harás todo lo que yo te diga, si no quieres que todo el mundo sepa lo cerda v viciosa que eres, ¿entendido?
Marta, cada vez más cerca del orgasmo, gimió
Siiii…
Poniendo mis manos sobre sus hombros la hice arrodillarse ante mí, y situándome ante ella bien abierta de piernas le ordené
Ahora quiero que me comas el coño, tu primer coño, y hazlo bien esclava….
Ella – que no sabía que todo lo ocurrido estaba siendo grabado por la cámara oculta- acercó su cara a mi coño y lenta y torpemente comenzó a buscar mi clítoris con su lengua: todo lo que le faltaba de destreza le sobraba de morbo, pero la postura no era la idónea, así que al cabo de un rato la aparté de mí, la ayudé a levantarse y tumbándola en el sofá boca arriba y con el coño y el culo en el extremo del cojín le ordené
Ahora te voy a dar tu primera lección de sexo lésbico: como hacer un cunnilingus
Cierto es que estaba atada e indefensa, pero no lo es menos que en cuanto me arrodillé ante ella abrió sus piernas cuanto pudo ofreciéndose a mí… Marta no tardó en llegar al borde del orgasmo y a pedir más entre bufidos de gusto
Si joder si… no pares, sigue… diossssss que bueno…
Pero yo, que tenía un plan en mente desde el principio, me detuve cuando estaba justo al borde del orgasmo, y me retiré a contemplarla toda sudorosa, abierta de piernas, con las tetas brillantes y la cara rubicunda… ya era mía la muy puta, podría haberla desatado y borrado las fotos y demás información de su disco duro que me hubiese pedido que continuase comiéndole el coño, así es que sabiendo que toda la escena estaba siendo grabada por la cámara oculta la interpelé
¿sigo, putita casada?
Si, no pares ahora, bufó Marta
¿Quieres correrte, cerda? Pídemelo bien
Por favor, haz correr a tu guarra, claudicó
¿Y tu marido? Inquirí
Que le den por culo al cornudo, gruñó fuera de sí por las ganas de orgasmar que tenía
¿serás mi perra, mi esclava, y harás todo lo que te pida de aquí en adelante? Volví a preguntarle mientras me tocaba lascivamente frente a ella
Síiiii, lo que quieras, pero no pares….
Y oyéndola capitular así procedí a coger de mi bolsa de deporte un bote de gel lubricante, untarme con él generosamente mi mano y antebrazo derechos y acercarme a ella - que me miraba entre excitada y asustada- para decirle
Ahora voy a follarte hasta que revientes de gusto: vas a correrte más a gusto de lo que nunca lo hayas hecho, le dije mientras comenzaba a pasar mis dedos por sus labios vaginales y hurgando entre ellos en busca de su clítoris…
Marta comenzó a mover sus caderas buscando rozarse con mi mano, y ya sin resto de pudor alguno contestó
Fóllame, Mari, me muero de ganas… pero ten cuidado por favor, nunca he hecho fisting…
Yo la agarré del pelo hacia mí, la besé ferozmente, mordiéndole el labio y le repliqué
-A partir de ahora eres mía… harás todo lo que te diga, cuando te lo diga, y sin rechistar. Y además te dirigirás a mí como ama, ¿entendido? Le ordené mientras comenzaba a meterle la mano en el coño situando mis dedos en forma de flecha…
Pero yo no soy…. Se atrevió a contestar tímidamente
Soltándole una nueva bofetada la hice callar y le repliqué
¿Tú no eres qué? ¿lesbiana? Todas las mujeres somos lesbianas, y algunas bisexuales, aunque muchas no lo queráis reconocer o lo reprimáis. Así es que no me mientas ni trates de engañarte a ti misma. Y sino dime por qué estás así de excitada, puerca… ¿que no eres sumisa? ¿entonces cómo te explicas que tu coño esté tan mojado mientras atada y abierta de piernas te abofetea tu joven vecina y le suplicas que te folle…?
Y lentamente, recreándome en su cara mezcla de dolor placer y vicio introduje mi mano primero y mi antebrazo después hasta el codo dentro de su coño - con relativa facilidad ya que tenía el coño bastante dilatado tras sus sesiones masturbatorias con diversos objetos fálicos- mientras que procedía a succionarle y mordisquearle alternativamente el clítoris con mi boca. Cachonda y sometida del todo Marta comenzó a boquear camino del orgasmo pero yo, que aún no quería que se corriera, le saqué el brazo de su coño – sonó hueco, como si descorchase una botella de champán-, puse mi mano ante su cara y le ordené
Ahora vas a abrir la boca y vas a chupármela como si de una polla se tratara para probar tus jugos, ¿entendido esclava? Porque eso es lo que eres, mi esclava, el juguete sexual de una zorrita de la edad de tu hija que te está follando a su antojo y poniendo más caliente de lo que nunca has estado
La digna casada no se hizo de rogar, y procedió lamer con ansia mientras yo le sobaba el coño y soltaba manotazos en las tetas con la mano izquierda para excitarla aún más y le decía
Mírala tú. Entró toda altiva en la habitación y ahora no es más que mi mascota, mi perrita, y bien que lo estás gozando, ¿eh puta? contesta
Marta no pudo aguantar más, y mientras se corría ruidosamente gritó a voz en cuello
Sííííí….. diosssss, que gustoooooo…… aggggghhhhhhh…..
La muy cerda se corrió como si tuviese una fuente en el coño, salpicándome toda y convulsionando como si sufriese un ataque epiléptico… La dejé recuperarse lentamente, corté las bridas que sujetaban sus muñecas al collar- debía estar incómoda y entumecida por la postura- y mientras se deslizaba del sofá al suelo volví a mi bolsa de deportes y cogí un consolador de ventosa con vibrador incorporado de tamaño XXL, y que reproducía fielmente una polla en sus formas – venas, glande…-a la vez que cogía mi teléfono. Cuando vi que recuperaba un poco la respiración – tampoco quería que se le bajara la calentura o se pusiera a pensar demasiado- fui yo la que se sentó en el sofá, las piernas abiertas, erguida y apoyada en los brazos para tener una buena vista a mis pies y le ordené
Ahora vas a arrodillarte ante mí, metiéndote el consolador en el coño, abrir la boca y lamerme el clítoris, ¿entendido guarra?
Sin rechistar - porque aunque aún no se lo confesase ni a si misma yo sabía que la muy puta estaba disfrutando tanto o más que yo del sexo lésbico- pero no sin dificultad – porque el tremendo orgasmo la había dejado baldada- la cuarentona madre de familia pasó sus piernas sobre el consolador, y lentamente se dejó caer sobre él, empalándose hasta el fondo con un sordo gemido… Tras conectarle el vibrador – ahí bufó de gusto, la muy golfa- Marta se inclinó hacia adelante – la visión de sus tetas colgando aún me estremece de placer y lleva mi mano inevitablemente hacia mi chichi cada vez que visualizo ese momento-, metió su cara entre mis muslos y comenzó a lamerme de nuevo con cierta torpeza pero con creciente pasión. Yo, al ver perderse al cabo de unos instantes una de sus manos camino a su clítoris comencé a grabarla con mi smartphone y le dije
Mira tú a la casada hetero… primero dice que no le gustan las mujeres y luego se masturba el coño mientras cabalga un dildo y le chupa el coño de rodillas a una adolescente…. Pero aplícate a hacerme correr con tu boca, porque tú no te podrás correr de nuevo hasta que me hayas provocado un orgasmo, puta. Y lámeme también el culo, le dije situándome aún más al borde del colchón y enfocándola en un primer plano
Marta se sobresaltó al levantar la vista hacia mí y ver que la estaba grabando, pero cachonda perdida como estaba no dejó de moverse adelante y atrás para disfrutar del consolador que la empalaba ni de frotarse furiosamente el coño con la zurda. Ni tan siquiera vaciló en comenzar a comerme el culo, tímidamente al principio – supongo que con miedo por la novedad de la situación y respecto a la higiene del mismo- pero luego con entusiasmo creciente…. Excitada sobremanera de verla a mis pies, toda desnuda y sometida le dije
Muy bien puerca, me gustan las perritas obedientes. Ahora méteme dos dedos de tu mano derecha en el coño y fóllame con ellos mientras no dejas de masturbarte, guarra, y dime qué eres….
Mi vecina, completamente sometida y fuera de sí por la calentura que tenía, respondió sin vacilar
Soy tu juguete Alicia, tu perra casada y sumisa…
Al oírla claudicar así no pude más, y tirando el móvil, agarrándola por el pelo con ambas manos y apretando su cabeza ente mis muslos me corrí en su cara y en su boca mientras aullaba mi placer a voz en cuello – debieron oírme en los pisos aledaños, pero no me importó en absoluto - y mojaba la boca, la cara y el pelo a mi nueva esclava. Me dejé caer de rodillas frente a ella y besándola lascivamente para compartir mi sabor, a la vez que le pellizcaba un pezón le di una fuerte cachetada en el culo – luego comprobé que mis dedos quedaron marcados en su nalga- le ordené
Ahora guarra, córrete para tu ama….
Y obedeciéndome como una buena sumisa Marta se corrió nada más oírme, gruñendo como una cerda y arqueando su espalda hacia atrás presa del placer… finalmente cayó rendida en la alfombra, en estado catatónico, semiinconsciente, adormilada… Tras dejarla descansar unos minutos cogí de mi bolsa un plug anal – metálico y coronado con una imitación de rubí en su parte exterior- y lo metí en su bolso, la hice volver en sí arrojándole un vaso de agua en la cara y cuando poco a poco comenzó a parpadear y a recordar lo que había pasado yo le ordené
Apura perra, vístete y corre a casa, que tienes que prepararle la comida a tu marido y a tu hijo… pero de camino guarda el collar del cuello en el bolso, vete a la ducha nada más entres por la puerta y no se te ocurra besarlos, que tu boca tiene el sabor de mi coño y tienes toda la pinta de una guarra recién follada…. Ya hablaremos
Y sin dejarle decir nada, ayudándola a vestirse como pudo – sus bragas me las quedé yo, como trofeo de guerra- la metí en el ascensor y mientras abría las ventanas para airear la casa

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