Me vuelvo transexual y me hacen su puta
Lo primero que hice al día siguiente fue ir a mi centro de trabajo. Me entrevisté con el jefe de Recursos Humanos para decirle que había decidido cambiarme de sexo y que eso podría causarle problemas a la empresa, tanto a los clientes como al personal propio, empezando por mis subordinados. Enseguida entendió el problema que esto supondría para la empresa y me hizo una propuesta para que abandonara la empresa a cambio de una indemnización, que me pareció muy razonable, y que firmara una cláusula en la que me comprometía a no irme a trabajar a ninguna empresa de la competencia. Firmamos la rescisión de contrato y salí de allí sin mirar atrás y sin despedirme de nadie.
Por la tarde teníamos hora con un endocrino especialista en cambio de sexo.
Cuando nos recibió el médico le explicamos mi deseo de cambio, nos escuchó detenidamente y nos confirmó que por su parte no había impedimento para empezar un tratamiento hormonal, pero que antes deberíamos asistir a la consulta de un psiquiatra para que elaborara un informe dando su beneplácito a la transformación.
Esa misma tarde fuimos al psiquiatra que nos recomendó el endocrino, estuvimos hablando más de una hora con él. Por supuesto no le dijimos que el cambio que queríamos hacer era por una “imposición” de Elena, sino que era algo que me obsesionaba desde hacía mucho tiempo, que en mi interior me consideraba una mujer y que lo estaba pasando muy mal en mi cuerpo de hombre, llegando incluso a padecer grandes depresiones.
Volvimos al endocrino con el informe del psiquiatra y nos dió el visto bueno para comenzar el tratamiento. Tuve que hacerme unos análisis de sangre y de orina para ver qué tratamiento debían ponerme.
Quedamos en pasarnos por la consulta en un par de días.
De vuelta a casa, los dos estábamos felices, los deseos de Elena, y por lo tanto los míos, empezaban a hacerse realidad.
Después de cenar, nos tomamos una copa en casa y nos fuimos a la cama. Esa noche fue especial, ambos desnudos, Elena muy caliente y yo, que os voy a contar…..
Me lancé a sus tetas como si fuera la primera vez que me las comía, mordisqueé sus pezones hasta que se pusieron duros como piedras, fui bajando mis manos hacia su tripa, hacia su pelvis, hacia sus labios vaginales y empecé a masturbar su clítoris mientras su humedad crecía entre mis manos.
Sus gemidos se hacían latentes y sus manos se aferraban a las sábanas. Mi boca se pegó a su coño y mi lengua recorría toda su raja. Elena estaba a punto de su primera corrida y yo deseando saborearla. Me agarró la cabeza presionándola sobre su coño, comenzaron sus espasmos y me llenó la boca con su deliciosa esencia.
En cuanto se recuperó un poco del orgasmo, fue ella la que se puso a la faena con mi polla, me estaba haciendo la mejor mamada de mi vida, me lamía el capullo y a continuación se la tragaba entera. Era una verdadera delicia de mamada.
Le dije que no iba a aguantar mucho más, que estaba deseando correrme, entonces se sacó mi polla de su boca y abriendo las piernas se sentó encima de mí, me cogió la polla y se la introdujo en el coño. Me cabalgaba con ímpetu y me retorcía mis pezones.
Disfrutemos esta noche de este magnífico polvo, porque será la última vez que me folles.
Aquellas palabras dictaron sentencia, ese sería mi último polvo como hombre, pero estaba dispuesto a aprovecharlo.
Este será el último, pero te aseguro que te voy a dejar ese coño de puta que tienes destrozado.
Esperé a correrme todo lo que pude, le arranqué a Elena otras dos corridas, tenía la cara desencajada. Me tuvo que decir que por favor me corriera de una vez, que no podía más.
De un último empujón mí leche empezó a inundar su coño.
Toma leche, puta. Aaaahhhh
Dame, dame, lléname maricon. Ufffff.
Quedamos derrotados uno al lado del otro. Sin decir palabras, no podíamos.
Cuando nos recuperamos, nos pusimos nuestras braguitas y nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente, después de desayunar, nos fuimos de compras. Más lencería para mí, unos vestidos veraniegos anchos, unas falditas, unas blusas, etc. Todo lo que un hombre necesita para empezar a ser mujer.
Después fuimos a una esteticién que conocía Elena para que me hicieran una depilación integral, axilas, brazos, pecho, piernas, pubis, polla, huevos, culo. Me depilaron también las cejas y me rizaron las pestañas. Me arreglaron las manos y los pies y me pintaron las uñas.
Pasamos a la peluquería y me hicieron un corte de pelo femenino, aunque poco podían hacer ya que tenía el pelo muy corto.
Al acabar volvimos a casa, comimos algo que teníamos en el frigorífico, nos sentamos en el sofá a descansar un rato, y ver un poco la tele.
Cuando recuperamos un poco de fuerza, Elena me dijo:
Vamos al baño, te voy a maquillar. Pon atención que más adelante lo tendrás que hacer tu sola.
Tardó un buen rato en acabar, pero por la cara que ponía, se la veía muy satisfecha.
Cuando terminó le dijo:
Date la vuelta y mírate en el espejo.
No podía creer lo que estaba viendo, no era yo la imagen que me devolvía el espejo, era una mujer, que si bien no era una belleza, si era muy resultona.
Es impresionante, Elena, no me lo puedo creer.
Pues créetelo esa mujer eres tú. Y por cierto, tenemos que elegir un nombre para tí, ya no te puedes llamar Antonio.
Me quedé un rato pensando y dije:
Qué te parece el nombre de Ana?
Me parece bien, tiene la misma inicial, buena idea. A partir de ahora te llamarás Ana.
Los días fueron pasando con una emoción que me embriagaba, ensayando pasos con zapatos de tacón, primero con poco alza, según lo iba dominando, íbamos subiendo los centímetros de los tacones.
Nuestra vida iba cambiando poco a poco, la relación de amor que teníamos no había cambiado, pero la forma de mirarnos si era diferente, como hermanas, como amigas muy unidas.
El tiempo fue pasando, el sexo que teníamos era diferente pero muy satisfactorio. Las hormonas hacían su trabajo a la perfección, notaba como me iban creciendo las calderas y el culo. El pecho me dolía a veces y me empezaron a crecer las tetitas.
Yo no salía de casa Elena se encargaba de todo cuando salía de trabajar
Yo me ocupaba de las tareas de casa y de entrenarme como mujer.
Por las noches, Elena se ponía un strappon doble que había comprado y me follaba el culo con uno de los dildos y ella se follaba con el otro.
Teníamos unas corridas bestiales.
Ana, te voy a meter esta polla hasta dentro, siente como te abro el culito de guarra que tienes.
Rómpeme el culo, cariño, dámelo todo
Cada noche me follaba y cada noche me corría. Dejé de tener erecciones, mi polla ya no se endurecía nunca, y cada vez me la veía más pequeña, no me importaba, el placer lo sentía cada vez que Elena me follaba el culo y si bien mi polla no reaccionaba, si manchaba todas las veces mis braguitas con mi leche.
Llegó el día que Elena me dijo que había llegado el momento de salir a la calle. Los nervios se apoderaron de mí, pero me convenci que alguna vez tenía que ser la primera.
Me maquillé yo sola, me puse un vestido de flores de color verde y una peluca morena que habíamos comprado porque aunque me había crecido bastante el pelo, todavía no era suficiente.
Salimos a dar un paseo, las dos cogidas de la mano. En seguida me acostumbré al vientecillo en la cara y al que subía por las piernas por dentro del vestido. Me iba sintiendo más segura. La gente me miraba de una manera muy normal, no me sentía fuera de lugar, estaba cómoda siendo Ana
Ya en casa, estuvimos hablando de cómo me había sentido y si me atrevería a salir de nuevo, pero a algo un poco más atrevido. Yo me sentía con ganas, así que decidimos que al día siguiente volveríamos a salir.
Elena llamó al trabajo para decirles que ese día no iba a poder ir, que tenía que arreglar unos papeles.
Los papeles en cuestión eran mi cambio de identidad. Fuimos al Registro Civil, con los informes del psiquiatra y del especialista en cambio de sexo y solicitamos al funcionario mi cambio de identidad. Salimos de allí con un documento que acreditaba que yo me llamaba Ana con mis mismos apellidos. Me haría falta para solicitar un nuevo DNI.
Fuimos a comer a un buen restaurante para celebrar mi nueva identidad, comimos genial y después un café para cada una.
Nos fuimos a casa para hacer una siesta con su correspondiente follada.
Decidimos que por la noche saldríamos a tomar una copa.
Nos vestimos cada una con un vestido largo, pero sexy, bien maquilladas, con labios color carmin
Elena, estás guapísima, y muy sexy.
Tu también estás preciosa, Ana, como me descuide un poco serás capaz de quitarme los ligues que me puedan salir
Las dos nos reíamos como dos tontas.
Cogimos un taxi y nos fuimos a una zona de copas.
Los locales estaban hasta reventar de gente, apenas se podía entrar en alguno. Por fin encontramos uno que estaba medianamente tranquilo. Entramos y nos quedamos en la barra con una copa cada una, charlábamos sobré el ambiente que había en el local, mirábamos a los hombres y comentábamos entre nosotros “ pues ese de ahí no está mal, pues aquel tiene un buen revolcón” y cosas de ese tipo.
Se nos acercó un tipo con cara de gañan a darnos conversación, pero no sólo tenía cara de gañan, es que lo era. Elena se lo quitó de encima rápidamente. Se fueron acercando más hombres, pero ninguno nos agradaba así que seguimos en la barra el tiempo de tomarnos una segunda copa.
Decidimos que ya nos íbamos, que para ser la primera noche que salíamos juntas ya estaba bien.
Cuando salíamos del local, un señor madurito muy bien vestido, nos abrió la puerta y nos dijo:
Es una lastima que dos mujeres tan preciosas se vayan tan pronto.
Elena se le quedó mirando y con una sonrisa le contestó:
No hemos visto nada interesante hasta que nos has abierto la puerta.
En ese caso estaría encantado en invitaros a una copa en un lugar más interesante y más íntimo.
Que lugar es ese?
Ese lugar es mi casa, os apetece?, está aquí al lado .
Bueno, más interesante que este local seguro que es. Ana, te apetece a tí?
No sé. Vale, tomamos una copa y nos vamos a casa.
No se hable más. Yo me llamo Ernesto, tú eres Ana, me falta saber tu nombre.
Elena, me llamo Elena.
Genial, ya nos conocemos los tres. Sois amigas, hermanas?
Somos más que hermanas - dijo Elena.
Nos fuimos andando hasta casa de Ernesto. Era una casa grande, de techos altos y muebles de diseño.
Estáis en vuestra casa. Qué queréis tomar?
Ana y yo tomaremos lo mismo, un whisky con coca cola, si la tienes cero, mejor, ya sabes, por guardar la línea.
Ernesto soltó una carcajada.
Que línea tenéis que guardar? Estáis estupendas las dos. Poneros cómodas, enseguida traigo las copas.
Elena me dijo que me tranquilizara, que me veía muy nerviosa.
Ana, seguro que lo vamos a pasar muy bien, Ernesto es muy agradable, y muy guapo. Déjate llevar.
No sé cómo va a acabar esto Elena.
Pués seguro que acaba muy bien.
Ernesto llegó con las copas, y la conversación fluia entre los tres.
Al cabo de un rato, Ernesto puso música y yo me comencé a relajar.
Elena, te apetece bailar?
Si, Ernesto, bailemos.
Yo los veía bailar desde el sofá, hacían una pareja muy bonita, los miraba con envidia.
Cada vez estaban más cerca el uno del otro y en un momento ya se estaban besando. Sus bocas juntas solo se abrían para dar paso a sus lenguas. Sus manos se paseaban por sus cuerpos y yo cada vez estaba más cachonda.
Se separaron y vinieron a tomar un trago de sus copas. Elena se sentó y Ernesto me dijo:
Bailamos ahora tú y yo?
No me digas eso por compromiso.
No lo digo por compromiso, lo digo por que me apetece mucho bailar contigo.
Me levanté y me cogió de la mano para llevarme al centro del salón.
En cuanto me paré, me cogió de la cintura y me atrajo hacia él.
Tanto Elena como tú sois dos mujeres preciosas, sois muy femeninas, tú también Ana. No me importa nada lo que hayas sido antes y me gustas tanto o más que Elena.
Elena te ha dicho algo de mí?
No ha hecho falta, soy un buen observador. Pero tú relájate y disfruta de la noche.
Eso mismo me ha dicho Elena.
Después de un breve silencio, Ernesto me abrazó más fuerte y me empezó a besar.
Y que bien besaba, su lengua buscaba la mía, me la acariciaba. Notaba su erección a través de la tela de su pantalón. Un breve gemido salió de mi garganta.
Nos sentamos para acabarnos la copa. Ernesto nos cogió de la mano a las dos y nos dió un beso en la boca a cada una.
Os parece que nos vayamos a mi habitación, en mi cama cabemos los tres y estaremos más cómodos.
No hizo falta que ninguna de las dos dijera nada.
Nos levantamos a la vez y cogidas de su mano nos llevó a través de un pasillo a una habitación grande con una cama enorme.
Ernesto empezó a quitarle la ropa a Elena hasta que estuvo totalmente desnuda, la besó, la tendió sobre la cama y vino hacia mi para repetir el mismo ritual.
Las dos estábamos totalmente desnudas sobre la cama viendo como Ernesto se desnudaba.
Las dos abrimos la boca al contemplar la preciosa y gran polla que apareció delante de nosotras.
Ernesto se acomodó en la cama en medio de nosotras dos, nos pasó un brazo a cada una por debajo del cuello y dijo:
Sois un sueño hecho realidad. Demostrarme que sabéis hacer.
Las dos nos lanzamos hacía él, nos repartíamos su boca, su pecho, nos alternabamos con las caricias mientras su polla se endurecía.
Capitulo 2
Elena empezó a comerle la polla mientras yo le chupaba los pezones.
Bajando hasta su pubis le iba tocando los huevos y la base de la polla que Elena no podía tragar.
Ernesto le dijo a Elena que se subiera encima de él, que quería follarla. Elena, con una gran sonrisa, se metió su polla en el coño y empezó a cabalgarlo.
Ana, ven, que te quiero comer el culito.
No me negué, al contrario, me lo abrí bien y me senté sobre su cara. Me lo acariciaba con la lengua y yo me moría de placer.
Elena seguía cabalgandolo y cada vez eran más fuertes sus gemidos hasta el punto en que no tardo en correrse.
Ahhhh como me corroooooo!!!!
Elena, sal que me voy a follar a Ana.
Los ojos se me salían de las órbitas, iba a probar mi primera polla!!!
Elena se levantó y yo ocupé su lugar.
Elena, ayúdame a metérsela en el culo.
Elena se llenó la mano de saliva y me la esparció por el ano, después cogió la polla de Ernesto y la acercó a mi agujero. Ernesto empezó a empujar, la comencé a sentir entrando en mi, mientras Elena la seguía guiando.
El dolor se mezclaba con el placer y de repente sentí sus huevos golpeando mis nalgas. Desde ese momento ya no paró de follarme, ni yo de gemir. Elena me preguntaba sí me gustaba y yo le contestaba que muchísimo, que ya entendía perfectam
ente lo que era ser mujer.
Fue nuestra primera experiencia juntas, pero no sería la última.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.

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