Encuentro las tangas de mi tía
Dani es un muchacho de 20 años, vive con sus padres y le gustan mucho el fútbol y las chicas, eso sí, hay un detalle que le vuelve loco, y son los pies de las chavalas, no sabe le motivo, pero cuando va a la piscina y ve los piececitos de algunas, el miembro se le pone muy duro.
En ocasiones le gusta pasear por las zapaterías para ver los pies de las muchachas cuando se prueban los zapatos. Pero eso no se lo dice a nadie, ni siquiera a sus amigos.
Nada más cumplir los 20, sus padres le dijeron que trabajaban en verano y no podían ir de viaje en agosto, y como sus amigos se iban con los suyos, él se quedaba colgado sin saber qué hacer durante todo ese mes tan caluroso.
- Vaya mierda. – contestó enfadado cuando se lo dijeron – Ahora que soy mayor de edad y podría entrar en las discotecas, me jodéis todo el verano y tengo que quedarme aquí en Madrid tirado.
Sus padres lo pensaron, Dani era buen chico y se había esforzado mucho para aprobar con nota este curso.
Al final solo se les ocurrió una idea, enviarle con su tía, la hermana de su madre, que vivía en Benidorm y podría sacarle algún día de marcha.
Marina, que así se llama la tía de Dani, es la hermana pequeña de su madre. Aunque éste lleva años sin verla, porque es rara de cojones y siempre ha funcionado un poco por libre, poca relación con la familia y ni una visita en vacaciones.
Al final, Ana, la madre de Dani, decidió llamar a Marina para rogarla que acogiera a su hijo aunque solo fuera unos días.
La conversación fue un poco tensa, pero finalmente accedió con la condición de que no la molestara, ella tenía trabajo y no podía estar todo el día cuidando del mocoso de su sobrino.
El día 2 de agosto, Dani se montó en el AVE y fue directo hasta Alicante, allí le esperaba su tía, quien, con cara de pocos amigos, le abrazó y le dio la bienvenida.
Dani vio a su tía y se quedó helado de golpe, era una mujer mediocre, no iba pintada, llevaba unas gafas horribles y vestía bastante cutre.
Marina le miró y le preguntó con cara seria.
- ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
Dani titubeó, pero ella dijo que era broma volviendo de nuevo a abrazarle.
Salieron de la estación, fueron a coger el coche, y mientras iban a Benidorm, el pobre no paraba de mirar a su tía.
“Vaya mierda de vacaciones! Pensaba durante el viaje.
Llegaron a la casa y Dani se quedó alucinado, era con vistas al mar y las dos habitaciones daban a la terraza, su tía le explicó todo por encima sin entrar mucho en detalles, que ella se iba por la mañana y no volvía hasta mediodía, por lo que él podía bajar a la playa o ir donde quisiera.
El baño era compartido, había un cesto para la ropa sucia y le había dejado leche, cereales y galletas para el desayuno. Esa noche iban a salir a cenar pero luego volverían pronto a casa, ya que ella trabaja al día siguiente.
Dani quiso protestar, pero ya le había dicho su madre “Pórtate bien con la tía”, así que se aguantó y fue a su cuarto a vestirse.
Cuando iban a salir, Dani se llevó las manos a la cabeza. ¿Dónde voy con este loro?
Llevaba una blusa de botones, abrochada hasta el cuello, y una falda muy larga que la llegaba hasta los tobillos.
- Vámonos. – dijo ella sonriendo –
Cenaron en una pizzería y después fueron a tomar un helado.
Vaya mierda de vacaciones, volvió a pensar Dani al volver a casa.
Se quitó la ropa, se puso el pijama y salió a fumarse un pitillo a la terraza.
Entonces se encendió la luz de la habitación de su tía, miró de reojillo y vio que se estaba quitando la ropa frente al espejo.
Pufff. Mejor me voy a mi cuarto, fue lo que le vino a la cabeza al imaginar a su tía desnuda. Por lo que había visto hasta ahora era el antídoto de la lujuria. Pero tardó unos leves segundos en retirarse y lo que vio le dejó perplejo.
¡Guau! Era la bomba, Marina desabrochaba su blusa dejando a la vista un pequeñísimo sujetador negro de encaje, tenía unas tetas muy grandes y ...fin del primer capitulo...
Capitulo 2
se las acariciaba con mimo. Se pegó a la ventana mirando desde el borde escondido.
Vio como se quitaba el sujetador y aparecían unas tetas majestuosas, grandes, firmes y blanquitas como la leche.
Marina se miraba en el espejo y amasaba y acariciaba sutilmente las areolas y también unos pezoncitos pequeños.
Dani vio como estos se ponían de punta y su polla pegó un estirón de golpe, eran como canicas de color marrón muy fuerte.
Se humedeció los labios y tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no tocarse la verga mientras espiaba a su tía.
Marina dejó de tocarse los pechos y bajó lentamente su falda.
Cuando Dani la vio caer al suelo casi sufre un infarto, tenía el culito respingón y la braguita de encaje negro se metía como un chuchillo entre sus carnosos y tiernos gajos.
Ahora sí, ya sin vergüenza alguna, metió la mano bajo el pijama y comenzó a sacudirse la polla con energía.
No lo podía creer, el patito feo, la mujer imperfecta, se había convertido en un cisne y se mostraba desnuda ante él mostrándose muy hermosa.
Vio como su tía se acariciaba los pies y eso ya fue el culmen, lo más de lo más, lo más cercano al orgasmo, el dedo gordo era el más largo y el resto iban disminuyendo de tamaño por orden, siendo el meñique el más pequeño. Vamos, para Dani, unos pies perfectos.
Le hubiese gustado entrar, pedir que se relajase y masajearla los pies durante toda la noche.
Vio como su tía se quitaba la braguita y su boca babeó de repente, tenía el coñito depilado, con una finísima línea de vello que subía desde el clítoris hacia el ombligo partiendo su pubis en dos.
Sacó la verga del pijama y se pajeó en la terraza mirando a su tía desnuda, le daba igual que algún vecino le viera, lo que tenía delante lo valía, coñito depilado, tetas impresionantes y unas piernas esbeltas con unos pies del carajo.
Uffff. Hubiese deseado chuparlos, morderlos, pasar la lengua por ellos y acariciar sus deditos pequeños hasta llegar al orgasmo.
Se masturbó muy deprisa, imaginando hacerlo frente a su tía, y llenar sus deditos de semen, salpicar todos un poquito y luego ver cómo entre ellos se deslizaba su leche.
Cerró los ojos, sacudió la verga más fuerte y salió un latigazo de semen.
- Aaaahhh. – gimió estremeciéndose –
Su corrida había impactado en la ventana y por el cristal se deslizaba un reguero de leche.
Miró asustado hacia dentro y vio a su tía de espaldas, se había puesto un camisoncito blanco y llevaba la braguita de encaje en la mano. ¿Le habría visto pajearse y ahora iba a buscarle?
Volvió a su cuarto, se metió corriendo en la cama y esperó unos segundos pero vio que Marina no entraba.
Fiuuuu. Por los pelos.
Su corazón latía con tanta fuerza que decidió no volver a espiarla, si su madre llegaba a enterarse seguro que le echaba de casa.
Por la mañana se levantó, fue a lavarse al baño y al echar los gayumbos al cesto vio la braguita de anoche.
Iba a cogerla pero sintió mucha vergüenza. ¿Se daría cuenta su tía? No, mejor no hacerlo por si acaso.
Volvió a su habitación, se tumbó otra vez en la cama y pensó en lo que había visto por la ventana.
Su tía no era fea como había pensado, es más, tenía un cuerpazo de la hostia, tetas grandes y muy bien puestas, su culito respingón de nalgas carnosas, esa fina rayita de vello en el coño, y lo más de lo más, los piececitos blanquitos con sus dedos perfectos.
¡Como le gustaría llegar a tocárselos!
Tuvo un subidón y salió de su cuarto, llamó a su tía por si estaba en la habitación, y al no obtener respuesta, fue al cesto de la ropa, cogió la braguita negra y volvió corriendo a su cuarto.
Se tumbó en la cama otra vez y tiró hacia abajo del pijama.
Olió la telilla de la braga y la verga se le puso durísima.
- Ummm. Que delicia. – se le escapó sin darse cuenta –
Estaba restregando la braguita por su nariz y su boca, había sacado la lengua y chupaba con ansia los juguitos secos de su tía que impregnaban la felpa de la braga.
¡Joder! Sabían a gloria.
Se sacudió un poco la verga, y cuando la tenía bien dura, envolvió el tallo con la braguita, puso la felpa mojada en contacto con el glande y se pajeó con todas sus ganas.
Notaba la telilla en contacto con su polla y se le erizaban todos los pelos del cuerpo, pajearse con la braga de su tía era más excitante que cualquier vídeo porno.
Pensó en los pies de su tía y en chuparla todos los dedos, hacer un 69 pero no comiéndola el coño, mejor una versión más moderna, el mamando sus pies y ella mamando su verga.
Joder, se estremeció solo de pensarlo.
Le diría a su tía “Túmbate corriendo en la cama”
Ella contestaría que sí y se tumbaría muy obediente, le sacaría la verga del pijama, y se la llevaría a la boca para chupársela muy despacio.
- Así, tía, así. – diría él con agrado cogiéndola por los pies –
Se metería el dedo gordo en la boca, lo envolvería con los labios y lo acariciaría con la lengua como si fuese el clítoris de Marina.
- Muy bien, cariño. – diría ella seguro – Chúpame los demás como yo te chupo la polla.
Sería un quid pro quo, él mamando sus pies y ella mamando su verga.
Mientras Dani pensaba esto, cerraba los ojos y masturbaba su miembro sin parar envuelto en la suave tela de la braga de su Marina.
No tenía ninguna prisa, su tía estaba trabajando, recordó cuando ella se quitó el sujetador y dejó sus pechos al aire.
Wow, menudas tetas tenía, redonditas, erguidas y con las areolas y los pezones oscuros resaltando sobre su piel blanca.
Colocó la felpilla de la braga en contacto con el capullo y casi podía notar los juguitos de su tía empapando su frenillo. Estaban secos, la telilla casi rígida, pero habían salido de su coño y eso le excitaba mucho.
Recordó la imagen de ella mirándose frente al espejo con la braguita negra metidita entre sus gajos, eran gruesos y carnosos, justo como le gustaban. Tenía que intentar llevarla a la playa para poder verlos más cerca, admirar la braguita del biquini abultada por su coño.
Por un momento le remordió la conciencia, era guarro, pervertido y mala persona, su tía le había invitado a pasar el verano y él solo pensaba en follársela.
Pero no podía evitarlo, tenía que tocarla los pies, llevárselos a la boca sería lo máximo, no sabía cómo pero le quedaban muchos días aún durante todo el mes de agosto.
A su mente vino un pequeño detalle, no se había fijado en sus labios. ¿Serían gruesos, finos, carnosos? Eso era importante, porque él tenía una fijación tremenda con que se la chupasen, prefería unos labios gruesos y voluminosos, que las chicas tuviesen aspecto voluptuoso, eran las mejores para mamar, las que se adaptan a la verga y engullen el capullo con los labios.
Cuando volviese su tía tenía que fijarse en eso, la noche anterior ni la había mirado porque estaba convencido que era un puto loro.
Volvió a ajustar la braga rodeando toda la verga con ella, estaba a puntito de correrse y quería hacerlo en la tela, llenarla de semen, empaparla por completo y que la leche se mezclase con los juguitos de su tía.
Cerró los ojos otra vez y pensó que la braguita eran los labios de Marina, rodeaban su polla con mimo y tiraban del prepucio hacia arriba y hacia abajo.
¡Dios! Iba a correrse y quería que fuese en su boca, sujetaría a su tía del pelo y la obligaría a tragar y tragar hasta llenársela de semen y que la saliera por los labios.
Notó que le llegaba el orgasmo y casi salta en la cama, se había hecho muchas pajas en su vida pero ninguna como ésta, veía salir el semen del capullo manchando toda la tela, la felpilla de la braga había dejado de ser negra, ahora estaba blanca por completo, igual que las tetas de su tía, esas tetas redondas de pezones oscuros que había visto por la noche y que tanto le gustaban.
Tiró del prepucio adelante y atrás hasta que vio que ya no salía nada, se había corrido en la braga de su tía en el mejor de los orgasmos. Pensó en guardarla en la maleta para usarla otro día, pero no, seguramente Marina acabaría dándose cuenta.
Se levantó de la cama, fue al aseo y dejó la braguita metida en medio del cesto de la ropa, después se dio una ducha para relajarse antes de ir a la playa.
No había empezado mal el verano, su tía era un pibón aunque no lo pareciera.

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